Encrucijada.

¿Por qué tu piel, a mi piel llama?, y la imaginación la pone de calor en escalada. 

Pero mi amor me pide calma. 
Y la mente con la razón, a entender, no alcanzan. 
Porque esto es fuego de piel, nublando la razón, no importaría si es de polvo o de costilla.  

Ni siquiera si es en cama.

A ti no me puedo acercar, no lo dices y me llamas.
O es este fuego en mi piel, que sólo me alborota, mientras engaña. 

Y otra vez vuelvo a soñar. 
Con algo igual, o más fuerte que ayer, porque tengo ganas. 

Tu, tu y tu.
Nuevamente tú, llevas la sangre de estas venas  
A lugares en donde sueña con dicha, y vibra su alma.
Tu, tu y tu.
¿Qué tienes tú?
¿Apenas te veo y a ti me arrasto como encadenado?
O sólo son explosiones de deseos frustrados, ¡qué drama!
La belleza que hay en ti, me mantiene cautivado. 
Cautivado, derramando la vida en una palma. 

Encrucijada. 

¿Hasta cuándo te recordaré, hasta cuándo te daré mis sueños y suspiros?

Sucumbo, profundo, como en el mar un ancla.

¿Cuándo llegará ésa alma, que me haga por completo olvidarte?  

En verdad, ya necesito calma.

Creo saber quien podría ser, mas sólo le puedo invocar, cuando le puedo pensar.

La piel vuelve con su flama, la razón viene y me reclama. 

Pide tranquilidad y clama por calma, para su alma.

Encrucijada.