Si quieres únicamente leer esta dis- que novela, adelante tienes mi permiso, que lo disfrutes si se puede.
Un secreto
Ángel de Luz
Ferrara Herrero, nació el veintiocho de abril.
Cuando nació,
sus padres se maravillaron del bebe que
habían procreado, una criatura hermosa hasta más no poder, ojos grandes y
verdes grisáceos con vetas azules, transparentes como cristal, piel de durazno,
blanca y rozagante, de cabellos dorados, los padres de Ángel de Luz estaban encantados con el fruto de su
amor, con la impresión que tuvieron, decían ellos era como ver un querubín, un
ángel de Dios, por lo que dispusieron a llama a su bebe Ángel de Luz, estos
padres tan emocionados, veían crecer a su retoño, con entusiasmo, esclavos
por derecho de heredad, eran los padres de Ángel de luz, Jacinta Herrero y
Daniel Ferrara sus nombres, ni una pizca de importancia, tenían esos nombres.
Sus dueños,
hipócritas inmisericordes, vestidos de apariencia de piedad, el ama Judith
Blackwood y el amo Richard de Flades,
hijo de familia con título de monarca de Constantinopla, pudiente hasta más no
poder.
Jacinta como
esclava sabía lo que era crecer como mujer esclava, si un amo deseaba fornicar a
la esclava, lo hacía cuando le placía, al momento o la hora que lo quisiera, o
la vendia al mejor postor, en fin era su dueño, ella lo sabía muy bien, y para
dejar de sufrir aquellas violaciones, Jacinta había ideado un plan para evitar
ser violada cuando al amo le placía, Jacinta se dio cuenta que las esclavas con
defectos no eran torturadas con la misma tortura, eran como desechadas, y con
sedimentos y otras especies, se hacia un
tipo de mascara, para parecer despreciable a los amos, su rostro parecía
marcado y horrendo y su cuerpo ya estaba
marcado por el látigo del amo y del capataz, este plan dio resultado, con la
ayuda de una amiga logro alcanzar el cometido, el amo cayó y creyó que un
accidente había ocurrido a su esclava, después de un extenso viaje la encontró
despreciable, no le dio importancia y se olvido de ella como mujer.
Jacinta rogaba
por un esposo, para darle su amor, entregarle su pasión y amor, con deseo
consensuado, entonces llegó Daniel un hombre que lleno sus expectativas, Daniel
la llenó de amor, sin importar que fuesen unos esclavos, aunque en su
apariencia no lo parecían, Vivian una vida llena de muchas esperanzas y pasiónes.
Pasaron los
años, Los de Flades Blaclkwood se
mudaron de Portugal a América central, la madre de Richard, viuda, entregó la pareja de esclavos jóvenes a su hijo, Todos
llegaron a América y se establecieron,
con la ayuda de la madre de Richard, fue en América en donde Jacinta concibió y dio a luz a, Ángel de Luz, su unigénito. Rogaba que su criatura tuviera un poco de paz, mientras llegaba a una
edad donde pudiera defenderse, Daniel también rogaba por lo mismo, ambos
soñaban que su pequeña criatura creciera libre sin esclavitud.
Secretos
mortales circundaba a aquella pareja de esclavos, un profundo secreto que guardaron
a sus amos, sus amos no podían enterase de aquel gran secreto.
El tiempo
transcurría día a día.
Qué hermoso
niño te ha regalado la providencia Jacinta, le dijo Richard a su esclava, nunca
en toda mi existencia he visto nacer una criatura tan bella dentro de los
esclavos, decía el ama, con envidia y recelo a ver la hermosa criatura llamada,
Ángel de Luz, mientras, Jacinta les servía la comida a sus amos en el comedor
principal que daba al exuberante jardín de flores exóticas e importadas,
colmado de árboles frutales de toda clase, de arboles aromáticos, especias y un
laberinto de cipreses al final de aquel hermoso paisaje. Me alegro por ti y por
tu hijo, - le dijo Judith a Jacinta – Mientras aquella criatura solo podía
contemplar aquella belleza, sentado en su cajoncito de madera, como preso para
que no molestara a los amos, tampoco tenía permiso para jugar en los hermosos
jardines, a pesar del espacio en aquella mansión, él solo está limitado a estar
cerca de su madre mientras crece y al crecer entonces poder entender lo que
podía y lo que no podía hacer en aquella mansión, de todas manearas, siempre
viviría como encarcelado, Jacinta solo podía asentir con la cabeza, no le esta
permitido hablar a los amos, solamente que ellos se lo permitieran.
Como
quisiera tener tu dicha, -dijo Judith con una sonrisa empañada por tristeza-,
pero le han negado la dicha de dar
frutos a mi vientre, pero estoy feliz por ti, decía el ama, con aquella fingida
facilidad de siempre, como si lo dijera con amor, o sinceramente, -Richard
también dijo-, pero podríamos criar a tu hijo como nuestro, si tu nos lo regalas,
-dijo Richard, mientras a Jacinta se le estremecía todo su cuerpo y el corazón
se le hacía pequeño y los ojos se le agrandaban, sabiendo que si sus amos
resolvían quitarle a su bebe, no podrían hacer nada, para evitarlo,-¿Qué dices
Jacinta?- preguntó Richard, mientras a Judith le brillaron los ojos por la
idea, dijo-Puedes responder, mientras
mojaba un pedazo de pan en la miel y se lo llevaba a la boca. Perdonen mis señores por la
respuesta que he de dar, pero ya que se me ha permitido hablar, les diré que
solo muerta les entrego a mi criatura, pues los hijos no se nos son dados
para regalarlos como a las mascotas o
los objetos. -Dijo Jacinta-
Ves Richard,
por eso no se debe permitir la palabra a los esclavos, dijo el ama, mientras partía
un bistec,
No entiendo
de tu repuesta tan ofensiva, si nosotros te estamos haciendo una pregunta de
buena voluntad, y no entiendo del porque de esa respuesta tan abusiva, lárgate
de aquí, eso nos pasa por querer ayudar a quien no se lo merece, vete a tu qué
Hacer, que andas de ociosa- dijo Richard-
Jacinta
pensaba en sus adentros, si no los conociera yo que son unos hipócritas nada de
bueno hay en ellos, son mala gente, Jacinta se retira a la cocina a terminar lo
que había dejado inconcluso, y desde entonces se le incrustó el temor de que
sus amos hicieran lo que estuviere a su alcance para arrancar a su bebe de su
lado, aquel temor se incrusto en su alma, por lo que no le perdía ojo a su
peque, nunca lo dejaba solo y siempre que salía lo llevaba consigo a donde
fuera enviada, no importaba el peso extra, prefería cargas más peso a dejar a
su hijo solo en casa con los demás esclavos y con sus amos y si por razones fuera de su
poder debido a su condición, dejaba a su peque, lo dejaba recomendado a su
mejor amiga, Raizad, una hermosa mulata de ojos verdes, nacida en casa de
los de Flades. Se rumora que Raizad es
hija de un hacendado Turco de las afueras, quien alquilo a Yuma, la madre fallecida de Raizad, fue
alquilada a Richard de Flades, por unos días, se dice que Richard cobro un alto
precio por Yuma la negra hermosa, virgen y sin marcas, solo tenía en su piel,
la marca de posesión de esclava que pertenece a Richard, También se dice que
Richard la vendió ya que la señora Judith, nunca le ha permitido allegarse a
sus esclavas, ella quiere creer que no lo hace, mas no conoce a su esposo, y
como Yuma estaba muy cerca de su ama y era la doncella particular, Richard no
tenia oportunidad con Yuma, por eso la vendió al hacendado turco de las afueras
y después de esos días, Yuma regreso en cinta, Raizad a pesar de estar marcada
como esclava, tiene un trato especial preferencial en la hacienda, pues el
turco sabe que es su hija y pasa buen dinero a Richard para que cuide de ella, por
el momento no puede reconocerle como
hija pues es hija de una esclava, pobre Raizad, le pasa como muchos de los esclavos algunos nunca llegan a
saber quién es su verdadero padre, por esta razón Jacinta podía dejar a su bebe
con Raizad es su mejor amiga, eran como hermanas, la amistad y el amor que las
unía era tan grande como si el destino les hubiera dado hermanas de diferentes razas y madres, con ella había un poco de seguridad
ya que el plan era que Raizad saliera de casa mientras el bebé estuviera con
ella y mientras Jacinta regresaba de la encomienda que le daban sus amos.
A la señora
Judith, le quedo prendida la idead de apoderarse de aquella criatura y desde
aquel momento, estaba trazando plan para quedarse con el esclavito, decía ella,
y no había oportunidad en la que recordara a sus esclavos, aquella propuesta
que fue hecha aquella vez a Jacinta, Judith veía que la criatura no perdía su
rubor y su galanura, decía ella que posiblemente, no era hijo de Daniel, tal
vez Richard la había vendido a algún viejo hacendado solitario y por eso aquel
bebe era tan hermoso, debe ser de buena sangre se decía ella, y estas ideas le
hacían querer apoderarse de la pequeña criatura, pues si se llegaba a enterar
quien es el padre de ese bebe, podría sacarle mucho provecho, estos eran sus
pensamientos, ciertamente de mi marido no es, decía Judith, pues mi marido no
tiene buena su semilla, si no, yo ya hubiera quedado preñada, se decía a ella
misma, además mi esposo tiene lo suyo, pero no es tan hermoso como para ser
padre de ese bebe, se decía Judith a sí misma y también lo decía cuando
compartía con sus mas intimas amigas, en el momento del chisme, en los momentos
sociales que decían ellas, pero más que
socializar se dedicaban al chisme y a trazar planes para descubrir las
infidelidades de sus esposos y de los
esposos de las demás del pueblo.
Un día por
la mañana mientras Jacinta limpiaba uno de los kioscos del jardín, se acercó la señora Judith, a ponerle que más hacer.
-Necesito
mañana hagas el mercado, y aproveches para ir con Dalia de Rossi, la del barco
comerciante, que te va a dar unas especias que me trajo de India para el
banquete del próximo mes, si quieres puedes llevarte a Raizad contigo para que
te ayude.
-Como
Jacinta tenía a su hijo junto a ella, le dijo la señora- ¡Que grande esta tu hermoso
bebe! Y como siempre te digo, no parece que fuera tu hijo, Cuando vas a entrar
en razón y me lo das a mi, yo le puedo criar como a un hijo, piensa también que
te puedo dar mucho dinero por él. Pero ya dime ¿quién es el padre de ese bebe?,
¡porque Daniel no creo que sea!, vamos habla y dime ¿quién es el padre?, dime,
dime.
Jacinta dice-
Ya que mi señora me permite hablar, déjeme decirle, que como siempre le
respondo, mi hijo, ni muerta se lo entrego, el fruto de mi vientre es sagrado,
un regalo de la providencia para mí, y no se debe vender como cualquier cosa
que se compra del mercado, al padre de
mi hijo conoce usted, ama, a pesar de mi esclavitud y de cómo ha sido mi vida,
yo le puedo decir ama, que, le he sido fiel a mi esposo, no todas las mujeres
somos iguales.
Judith- ¿A
qué te refieres cuando dices, no todas la mujeres somos iguales?, eres una
insolente, ¡a ver contéstame! ¡Esclava inútil! –decía mientras la cogía del
brazo con firmeza.
Jacinta-
Usted preguntó ama, y yo solo respondí a su inquietud conforme al respeto que
usted merece de mi y no mentí, ni hable cosa injuriosa, de ninguna manera,
-dijo Jacinta mientras lagrimas corrían por sus mejillas por el dolor que le
causaba los jaloneos de su ama.
Judith-
¡Insolente, infeliz! no te mando azotar, para que no pierdas la leche y puedas
seguir amantando a ese crio, ¡pues de que te lo quito, te lo quito!, -anda ve a
callarle, dijo el ama- ya que la pequeña criatura se había asustado al ver como
jaloneaban y gritaban a su madre.
Jacinta tomo
a su bebe y salió corriendo lejos de la señora abrazando con fuerza a su bebé,
confirmando su sospecha, su ama le iba a quitar a su peque a toda costa,
Jacinta no podía permitírselo, tendría que hacer algo para poder conservar a su
lado a su peque.
Una noche
mientras, se preparan los amos para acotarse a dormir.
Judith-
Richard, ¿Has visto la galanura del hijo de Jacinta?, ¡No la pierde a pesar de
los tiempo, al contrario se pone más bello!
Richard-
Como siempre digo mujer, es extraño que de esclavos salgan hijos tan bien
parecidos.
Judith- Si
es verdad, pero ahora dime, pero en serio ¿a quién se la vendiste?, yo no me
trago el cuento de que es hijo del esclavo Daniel, ya dime ¿a quién vendiste
esta esclava?
Richard- No
mujer a esta nadie la quiere ¿acaso no ves como tiene el rostro?, quien va a querer pagar por eso, además después del
incidente con el turco, sabes que las comerciables las esterilizamos, pero a
esta nadie la quiere ¡no ha sido necesario ni esterilizarla!, asusta a los
hombres.
Judith- ¿Por
qué no me dices la verdad? ¡Hasta puedo creer que es hijo tuyo!
Richard-
Como crees mujer, si no la comercializo, con alguien más, mucho menos la quiero para mi, además yo me
basto solamente contigo, dijo mientras
se acomodaba sobre su esposa.
La duda de aquella
señora, fue aplacada con la pasión de su esposo, aunque la duda no se fue,
disfrutaron aquella noche consumando una y otra vez su deber de pareja, no era
muy frecuente, pues como Jacinta sabia y los demás esclavos sabían, ambos
tenían sus distracciones por algún lado de la ciudad, o el amo Richard, no
necesitaba ir tan lejos, pues en casa el hacía lo que le placía con sus
esclavos, la señora procuró siempre que en sus fiestas el hijo de aquellos
esclavos se mantuviera en el anonimato, y su cometido había dando frutos ya que
muy pocos sabían de la existencia de aquella criatura.
Idelfonso de
Rossi, Capitán y dueño del Dalia Marinera, disfruta su vida marinera, en el mar
sentía que con su brisa su esposa acariciaba su rostro y desde el cielo le
cuidaba en momentos difíciles, era un padre, viejo y solitario pero feliz
marinero, al igual que su padre, descendía de un linaje de comerciantes de mar
y tierra, su doctor a bordo se llama Rafael Yohansson, su barco un velero
descomunal, el cual era herencia de generaciones, a pasar de los años de su
barco, el mantenimiento dado lo hacía ser codiciable para cualquiera pues de
todos los veleros construidos de esa época solo el Dalia Marinera está vivo y
en muy buen estado, decían que el Dalia estaba encantado, que era un barco
mágico, por eso había sobrevivido tanto a tanto, cabe mencionar también que no
se llama Dalia en honor a la madre de su hija, ¡no!, por casualidad del destino
Idelfonso se encontró con Dalia su esposa, el buque se llama Dalia Marinera,
pues su tatarabuela, fue la dueña y capitana de aquel precioso y enorme velero
y ella se llamaba Dalia Marina de Rossi.
Apocas horas
de haber zarpado del puerto de Cádiz, se desata una feroz tormenta el capitán
hace sonar y esparcir alarma, prepárense,
todos, que viene una noche de adrenalina pura, recojan las velas cierren las
escotillas. El viento arreciaba cada vez más y las olas comenzaron a crecer, y
el océano se volvió impetuoso, nada del otro mundo, el Capitán y su tripulación
ya estaban acostumbrados, era la primera vez de Rafael Johansson, su primer
tormenta en alta mar, el barco viaja en
el océano profundo, también era el médico a bordo, el mar impetuoso, pareciera
como si se quería tragar a aquel enorme velero, pero que, en el centro del océano,
no era más que una pequeña hoja flotando en su inmensidad, los gritos y la
algarabía se escuchaban pero los truenos con relámpagos y rayos opacaban, a la
voz más fuerte que pudiera existir, en sus inicios el médico había experimentado un viaje placentero, pues
ni mareos le dieron cuando zarpó del puerto de origen, hasta Cádiz, pobre de
aquel doctor ahora él necesitaba un médico, pues sentía que el mundo se estaba
acabando, lo marineros se burlaban de aquel doctor que intentaba ayudar en
algo, pero no podía, hasta que no pudo más y se desmayó, cuando despertó, el
mar ya estaba en calma nuevamente, el cielo totalmente despejado y una calma
total.
Idelfonso-
¿Como amaneció mi doctor?, ¡espero no me
solicite un doctor el único doctor que esta abordo es usted!
Rafael-
Disculpe mi Capitán, es que yo solo tenía experiencia con barquitos
pesqueros y de vez en cuando y creí que
ya estaba listo para entrar en el océano profundo, nunca en mi vida había
sentido que se me acaba el mundo, créamelo.
Idelfonso-
Jajajajaja, si te hubieras podido ver, se notaba el terror en tu rostro, y es
posible que se te hubiera ido la vida más por el horror de la tormenta y el
estrés causando, antes que te la quitara el mar, otra feroz tormenta a la que
sobrevive el Dalia Marinera, sabes.
Rafael- Pues
si ha sobrevivido tantas tormentas como esta, ¡ahora si creo que es un barco
encantado!, como se cuenta del Dalia
Marinera.
Idelfonso- A
no si esta preciosura, tiene historias para contar, poco a poco te cuento las
historias, ¿pero, no te has decepcionado?, ¿no iras a renunciar por tu primera
experiencia verdad?
Rafael- ¡No
lo creo! Estoy decidido a ser un doctor
marinero y que mejor que ser el doctor del Dalia un barco con historia de magia
y fantasía, cualquiera quiere vivir la experiencia de su magia.
Idelfonso-
Esta bien, y no te preocupes, que en un par de días llegamos a casa, y un par de
tormentas mas te harán todo un marinero.-dijo mientras pegaba una sonrisa
irónica.
Mientras
navegaban a casa y contemplaban los días con sus noches, Idelfonso le contaba a
Rafael las historias del Dalia, aquel joven doctor quedaba impactado al
imaginar en su mente, todos los relatos
que se conocen de aquel gigante velero, en los pocos días, no tardó en llegar otra
tormenta, y otra lo cierto es que Rafael llego muy enfermo a puerto pues
atracaron en el muelle en medio de una tormenta.
Idelfonso-
Te ves bastante enfermo doctor, quieres ir a un hospital.
Rafael- No,
solo necesito recuperarme de tanta agua agitada, solo lléveme a un hostal, por
favor.
Idelfonso-
Pero ahora, si dime, ¿vas a seguir siendo el doctor de mi barco?
Rafael- Por
favor, pregunte dentro de tres días en lo que me repongo por completo, que por
ahora no quiero saber mas de barcos.
Idelfonso-
Jajajajaja, muchacho, ya me dirás dentro de tres días, está bien, ahora vamos a
mi casa que allí te repondrás.
El Capitán
se despidió de toda su tripulación, y se dirigió a su casa, aquel joven estaba
demacrado, parecía que habías estado muy enfermo y que ahora estaba
convaleciente, con ojeras y flaco. Llegaron a aquella casa no era muy grande
pero si muy cómoda y tenía su lujo el joven se quedo plasmado al ver aquella
hermosa casa, muy bien decorada con jardines, molduras, todo colonial, mientras
entraban a la casa Idelfonso llamaba a Dalia, quien es Dalia, preguntó Rafael,
Dalia es mi hija, que mas o menos tiene
tu edad, respondió Idelfonso, entre tanto Dalia contesto voy, con una voz muy
dulce.
Idelfonso-
Dalia, hija mía te presento a Rafael Johansson, mi medico
abordo, Rafael está hermosa joven es mi amada Dalia, mi hija.
Dalia- Padre
me hacer ruborizar, mucho gusto, Rafael, pero si no es indiscreción se puede
saber ¿porque se ve tan demacrado?
Rafael- El
gusto es mío, y no tiene porque sonrojarse, su padre tiene mucha razón, es
usted ¡muy hermosa, la verdad!
Dalia-
¡Gracias! Favor que me hace Doctor.
Rafael- Es
la verdad, es muy hermosa y puede llamarme Rafael por favor.
Idelfonso-
¡ah! Y se ve muy demacrado pues es su primer viaje en el Dalia.
Dalia- ¡Ah
un novato!
Rafael- un
novato pero ya con mi primer experiencia suficiente para tomar una decisión
cuerda.
Todos reían
mientras se dirigían a la sala de estar, acomodaban a Rafael en el sofá ya se
acerca la hora de la cena por lo que un olor agradable salía de la cocina de la
casa.
Rafael- ¡Que
delicioso huele!
Dalia-
¡Gracias! Como que algo me dijo que cocine un caldo de res, eso es lo que estoy
haciendo, ya verás después de comer este caldo, volverás que recobrar tu
fortaleza y entonces querrás volver al mar.
Idelfonso-
Jajajaja, ¡si, ya no quiere saber de mar!, pero es verdad, te lo digo Rafael,
mi hija cocina como para los reyes.
Rafael- No
es que no quiera, si no, es que, quiero pensarlo un poco.
Todos reían,
por las historias que se contaban de la experiencia de Rafael, como su primera
vez como médico, abordo del Dalia, bueno me voy a ala cocina dijo, para seguir
ayudando a Rosa, dice Dalia, quien es Rosa preguntó Rafael, es una de las
muchachas que ayudan en la casa,-¡Ah sus esclavas!, dijo Rafael. ¡No! Nosotros
no tenemos esclavos, son seres humanos que nos ayudan en casa, y se les paga un
salario por su servicio, dijo Idelfonso.
los de Rossi siempre hemos estado
en contra de la esclavitud, es por eso que, casi toda la ciudad nos
desprecia ya que, estamos luchando por erradicar la esclavitud.
Llego la
hora de la cena, la mesa esta servida dijo Dalia, pueden pasar adelante a
degustar, Rafael no había visto una mesa como aquella mesa, llena de majares
suculentos.
Rafael- ¡Oh!
Que montones de comida, esta comida en un orfanato quedaría bien, saciaría el
hambre de muchos niños.
Dalia y su padre
solo se vieron a los ojos, notando que aquel era un muy buen hombre, una
persona en la que podían confiar, enteramente.
Idelfonso-
Bueno Rafael ahora que estamos en descanso, y en casa cuéntanos un poco de tu
vida, dijo para ver si podría enterarse, del por qué de la expresión anterior
de Rafael.
Rafael-
Bueno, yo fui huérfano, nunca conocí a mis padres, fallecieron en un accidente,
cuando yo era apenas un crío, yo sin parientes cercanos crecí en un orfanato
allí recibíamos educación, me gané una beca para un internado en la capital
Sueca, para estudiar medicina aproveche la oportunidad y me marche de mi ciudad,
saque mi internado, y estuve practicando en un hospital de Suecia, un
prestigioso hospital cabe decir, después de esto estuve en España por algún tiempo
en donde aprendí el español y allí construí mi profesión, soñaba ser un doctor
en un barco como el Dalia Marinera, por su historia, luego me encontré con tu
padre y me embarque con él.
Dalia-
¡Entonces ere sueco!
Rafael-
Bueno de hecho tengo dos nacionalidades, por mis padres, y por la experiencia
de mi vida en orfanatos dije el comentario de la comida.
Idelfonso- Y
en tu niñez ¿nunca estuviste delante de una mesa llena de comida como esta?
Rafael- Pues
la verdad no, pues a pesar de haber estudiado con gente de mucho dinero,
durante mi beca, no fueron mis amigos en realidad, siempre fui discriminado,
pues al enterarse de que era un huérfano se apartaban de mi, como si estuviera
enfermo de algo.
Dalia- ¡Oh!
Cuanto lo siento.
Rafael- Pues
en vedad te digo, no lo sientas, y esto
digo a todos los que me dicen lo mismo, pues gracias a lo que he vivido, soy lo
que soy y no tengo de que avergonzare o de que sentirme mal, al contrario me
siento muy bien, al crecer me enteré que mis padres poseían un gran fortuna, la
que heredé al cumplir la mayoría de edad y con ella puedo ayudar quien en
verdad lo necesita.
Idelfonso-
Que bien que pienses así a pesar de lo que te ha tocado vivir, así son los que
han nacido encuna de oro, pero los hay buenos, pero están en peligro de
extinción o son como buscar una aguja en un pajar.
Dalia-
Notros no desperdiciamos comida, damos a los que lo necesitan como los
orfanatos o casas de asilo, no es para adquirir fama de buenos, si no que, vemos
la necesidad de los demás y ayudamos cuando podemos hacerlo.
La plática
se volvió amena en aquella cena, Rafael se dio cuenta que aquellas personas eran
buen personas. El tiempo fue pasando a prisa y los días que le siguieron Rafael
y Dalia se enamoraron, pero un nuevo
viaje los separó por un tiempo, los viajes iban y venían, el amor de aquellos
jóvenes se hacía más intenso, Rafael se Acostumbro a la vida del mar y terminó
casado con Dalia, aprendió todos los oficios dentro de una tripulación, ahora ya no era solamente el doctor a bordo
del Dalia si no que era el yerno del capitán, todos los amigos, dentro y fuera
del velero, aprecian a Idelfonso pues, es justo y bueno con todos lo que se lo
merecían, toda su tripulación parecían como que fueran amigos de él.
En uno de
sus viajes fueron interceptados por un barco pirata el Candase Mariner, hubo
una guerra entre los dos grupos, aquellos pirata ya tenían en la mira al Dalia,
querían apoderarse del él, al igual que muchos, que no eran piratas, no era la primer vez que los atacaban pero siempre, el Dalia ganaba la guerra había algo
que hacía que siempre ganaran que no hubieran decesos aunque muchos heridos,
esta era la confianza de su tripulación, y por eso le llamaban un velero
mágico, si había decesos, era porque la naturaleza reclamaba las almas de
aquellos marineros, pero en guerra, no había ninguno fallecido, la batalla se
puso brutal, los cañonazos estremecían el mar abierto, los piratas dieron
alcance al Dalia, y subieron a cubierta, es nuestro gritaban aquellos feroces
piratas, pero más feroces le salieron los tripulantes del Dalia, apodérense del
Barco gritó el Capitán pirata del Candase Mariner, mientras sus tripulantes
abordaban el Dalia, el sonido de las espadas consensó a escucharse, los quejidos y los gritos de guerra estaba a su máximo, Raimon
Dowld, teniente del Dalia y muchos más de los tripulantes del Dalia fueron
heridos, pero lograron vencer una vez más a los piratas, retirada gritó el
Capitán pirata, los que lograron escapar, subieron al Candase, extendieron
todas su velas y escaparon, Pero eta vez no fue como todas, la guerra cobro una
vida del Dalia, entre todos los fallecidos se encontró Raimon Dowlan, el
teniente, quien fue embalsamado y llevado a Norte América- desembarcaron el
Puerto de Baltimore- Maryland, allí atracaron para entregar el cuerpo del
teniente a su familia, todos los tripulantes estaban asustados, se comenzó a correr
la voz de que, mal augurio era para el Dalia aquella muerte, que en la batalla se haya cobrado una vida de su tripulación.
Dos meses
estuvieron en Norte América, y luego zarparon para Puerto del Golfo Dulce hogar del Capitán de Rossi y donde esperaban a Rafael con
ansias locas, pues a unos pocos días de casado con Dalia, Rafel se embarcó
nuevamente, Dalia lo espera con pasión, llegaron pues a la casa de Rossi y
contaron a Dalia como sobrevivieron nuevamente al ataque de aquellos piratas, y del deceso del
teniente Dowlan.
Cinco años
pasaron y los viajes eran constantes a
través del Atlántico, yendo y viniendo, el doctor ya era un experto marinero, pues había adquirido
mucho conocimiento en sus viajes con Idelfonso de Rossi, pasaba los meses, y un
par de años mas, sin haber descanso, yendo y
viniendo, hasta que en uno de esos viajes el doctor, se contagió de una
enfermedad mortal, adquirida ayudando a
un esclavo que había escapado de sus amos malévolos, que lo torturaban
despiadadamente, este esclavo fugitivo estaba muy enfermo, Y Rafael fue
contagiado por aquel esclavo, ambos murieron camino a Cádiz, por cuestión de
tiempo no podían traer a Rafael a casa, por eso lo enterraron en Cádiz.
Hace seis
años que murió tu padre hijo mío.
Esta
historia contaba Dalia a su pequeño Leo Johansson, mientras le daba un baño,
hace dos años que tu padre murió, así como vino, así se fue, decía ella,
mientras corrían lágrimas por sus mejillas. Rosa abrazaba a su Patrona
consolándola, gracias Rosa le dijo Dalia mientras ella misma enjugaba sus
lagrimas de su rostro, Pero bueno la vida sigue, Mi pequeño Leo, espero que
seas como tu padre, que ayudes a los demás y que luches por la libertad de la
esclavitud como tu madre y tu madre.
Dalia- Rosa
mañana viene Jacinta nuestra amiga, a llevarse unas especias que traje de la india hace dos meces ¿te acuerdas?
Rosa- Claro
señora, me acuerdo, las que dijo que apartara, para la señora Judith.
Dalia-
Exacto, esas, es que las aparte para no venderlas ya que son un encargo que me
hizo Judith, para una fiesta que va a celebrar a la cual no estoy invitada te
cuento, pero mejor, no quiero tener que hacerle la labia. No es que yo sea
hipócrita con ella, pues cuando debo decirle sus verdades se las digo, sin
reparo, por eso se enoja a menudo con migo, tal vez por eso no me ha invitado.
Rosa- De
plano, señora.
Dalia- Bueno
ya hay que empezar a preparar el almuerzo, vete adelantando en lo que yo
termino con Leo, y luego te alcanzo.
En casa de
Dalia de Rossi, se vivía un ambiente de paz, ella había enviudado no hace
mucho, su padre Idelfonso de Rossi era comerciante, se embarcaba por semanas
Dalia le acompaña en algunas ocasiones, su vida era en el mar, su yerno era su
mano derecha, pues no tuvo más hijos,
solamente tenía a Dalia, ya que doña Dalia esposa de Idelfonso y madre de
Dalia, falleció al dar a luz a su hija e Idelfonso no quiso rehacer su vida
otra vez, otra mujer, no quería en la vida de Dalia su hija, aunque sus amigos
siempre le han insistido que debe conseguirse una nueva esposa, Idelfonso dice
estar muy bien así, bueno, no se le nota que se sienta solo, el es feliz y
nadie puede decir lo contrario, pues hasta los desconocidos pueden notar en muy
poco tiempo la paz y la felicidad que irradia don Idelfonso. Muchos esclavos
quisieran vivir con ellos en la casa de
Rossi, pues se cuentan muy buenas historias de boca de los trabajadores de doña
Dalia.
Jacinta
estaba arreglando la habitación de huéspedes pues ese día llegaba Laura,
hermana del ama, cuando iba cruzando el pasillo, escucho su nombre en la
conversación de los amos y el nombre de su peque, por lo que se detuvo para
tratar de escuchar de que se trataba la plática, sigilosamente se acerco a la
puerta de la alcoba y cuidando que nadie la cogiera espiando a los amos, pues
si la descubren seguramente será azotada.
Judith-
Debemos planear como quitarles al crio a esos esclavos.
Richard- ¡Sigues
con esa insistencia mujer!, ¡Yo se que el crio pareciera ser hijo de reyes,
pero es hijo de esclavos!
Judith- A mi
nadie me quita la espina que ese niño, no es hijo de David, si tu no la
vendiste esta criada se ha de haber tirado a algún forastero, de esos que vienen
de Europa, por alguna aventura.
Richard- No
lo se mujer, lo que yo te dije fue la verdad, ahora si esta anda de prostituta,
pues allá ella, solo que no me entere porque la mando azotar, y a que pague
aquello con lo que se ha quedado que es mío.
Judith-
¡Ves! que más paga que le cobremos con el crío, puede ser la paga que le quitemos a su hijo, si que sea él el pago por transgredir nuestros lineamientos.
Richard-
¿Quieres tu ser madre de un esclavo?, ¿es que acaso no te importa lo que vallan
a decir las gentes?
Judith- Y
que pueden decir las gentes, si los esclavos no son tema de conversación en
sociedad, si no solamente en la intimidad de los dueños, pero de igual manera
no sería más que caridad a un pariente que se ha quedado huérfano y nada más,
nos mudaríamos a la casa de Portugal y allá todo sería normal, nadie sabría que
es hijo de la esclava, ni él mismo lo sabría, a demás seria solo par mi
compañía en mi vejez ¿Pero si no quieres?, ¡Dadme un hijo tuyo entonces!
Richard-
Pero Judith, sabes todo lo que hemos intentado y no puedo darte hijos.
Judith- ¡Entonces
no me pongas tantos peros y dame al hijo de la esclava!
Richard-
Esta bien esperemos un tiempo y vemos como lo vamos a hacer.
Judith- no
me importa lo que tengas que hacer para quitarles al niño, si aun tienes que
matarlos, mátalos.
Jacinta
salió corriendo espantada al escuchar aquella cruel orden, sabía que sus amos
eran unos hipócritas, y malos pero, no sabía hasta que punto podrían llegar con
su maldad, no los creía tan despiadados, pero se estaba dando cuenta que si, si lo eran, y que tendría que hacer lo que
fuera posible para salvar su vida y la de su esposo, al menos que pudieran
salvar la vida de peque o alejarle lo
posible de aquel infierno. Aquella mujer esclava, Salió corriendo, con lágrimas
en sus ojos, y a su partida causó algo
de ruido en el pasillo, sus amos escucharon, aquel ruido corrieron para ver que
lo había causado, pero no encontraron nada, ni a nadie que lo pudiera causar,
es la madera de la casa se dijeron ellos, pues la casa era bastante antigua, en
su afán por escapar de la vista de sus amos, Jacinta se topo en le camino con
Raimunda otra esclava que no la llevaba muy bien, y al ver a Jacinta con lagrimas
en los ojos, Raimunda pregunta, porque
vas llorando, Jacinta responde.- No creo que te importe el porqué de mis
lagrimas, desgraciada infeliz, le dijo Jacinta a Raimunda, te mereces todo lo
que te pueda pasar, por infeliz, dijo Raimunda-. Tu me odias y siempre buscas
la manera de que sea castigada, y te gozas cuando algo malo me pasa, como
quieres que te cuente lo que pueda pasarme, prefiero quedarme sola en el mundo que
confiar en ti, respondió Jacinta, jamás confiaré en ti, eres mala gente, y no
es que te odie, pues mi corazón no sabe guardar rencores, pero es que no te
tengo confianza. -A mí no me importa lo que tu digas, ni me importa si me odias
o no, yo si te odio no te soporto, juro que veré tu funeral, e iré, pero no
para llorarte, si no mas bien, me reiré de ti, me reiré de tu cadáver, dijo
Raimunda-. En ese instante entro Maudiel
el capataz y amante de Raimunda. ¿Qué está pasando aquí, que son esos gritos?
Dijo Maudiel, esta cara marcada, que se pone a la defensiva cuando uno trata de
ser cortés, pero bien es como se dice que los enemigos los tiene uno cerca,
dijo Raimunda, te respondi como te mereces, dijo Jacinta, ¡Silencio! Gritó Maudiel, que no ven que los
amos las van a escuchar, y los pueden incomodar. -Que escuchen, y que azoten a
esta dijo Raimunda mientras, Se acerca el ama, ¿qué está sucediendo Maudiel?,
pregunto el ama, nada ama contesto él, Jacinta recuerda que tiene que ir Con
Dalia a por las especias, Si ama, en seguida salgo llévate a Raizad contigo,
esta bien ama, dijo Jacinta, y tu Raimunda ve a tu que hacer deja de andar
holgazaneando, si ama, solo le traigo un mandado de su amiga, Dime y lárgate, dijo
el ama, la esclava dice entonces; la señora de Ritz dice que la invita a la
fiesta que se celebrara en su casa cuando regrese su hijo de Europa, le envió
este carta también. A ver trae acá, dijo
Judith. La esclava entregó la carta de invitación en mano de su ama y se
apresuró a salir de su presencia. ¡Que me interesa a mí el retorno del e hijo
de Diana Ritz! dijo en voz quedita, como un susurro, dijo Judith, mientras
habría la invitación.
Jacinta y
Raizad fueron en todo el camino a casa
de doña Dalia Rossi, comentado lo que los amos habían tramado, Raizad no podía
creer que sus amos fueran tan despreciables.
Jacinta-
Sabes Raizad, necesito contare algo, tu eres mi mejor amiga y mi confidente y
en ti si tengo confianza, ¿puedo contare algo?
Raizad-
¡Claro amiga mía!, ¡a mí puedes contar todo, y con migo puedes contar en todo!
Jacinta-
¡Gracias!, es grave lo que me puede pasar, escuche a los amos planeando como
quitarme a mi peque, los escuche decir que no importaba hasta que limites llegarían, para tenerlo.
Raizad- No,
no lo creo, se que los amos son despiadados e hipócritas, pero no creo que sean
tan despreciable.
Jacinta- Yo
creía lo mismo, fíjate siempre me han pedido a mi peque, para criarlo como hijo
suyo, como ya sabes ellos no pueden concebir hijos, pero en ese entonces no me
veía tan en peligro, pero ahora sí, Daniel y yo debemos tomar una decisión
radical, pues nuestras vidas están en riesgo.
Raizad- ¡Cómo!,
Jacinta- Así
es mi amiga, estamos en peligro de muerte, mi diva no me importa, pero jamás
dejaría a mi hijo a este gente, prefiero morir impidiéndolo, a que sea como uno
de ellos.
Raizad- Si que
son despreciables estas gentes, llegaron al colmo de su limite.
Jacinta- Así
es, y no se como vamos a hacer para alejar a nuestro hijo de esta casa.
Raizad-
deben idear un buen plan, pues tiempo no creo que les quede.
Jacinta- Hoy
mismo le cuento a Daniel ésto y vemos
que vamos a hacer y cómo nos pueden ayudar.
Raizad-
Contémosle a Rosa, tal vez pueda hablar con la señora Dalia y te pueda ayudar.
Jacinta-
¡Claro! Ella también es de confiar, y de muy entera confianza, tal vez aquella
buena señora nos pudiera ayudar.
El mercado
Están de camino a casa de doña Dialia, decidieron
pues, comprar el mercado antes y dejarlo
guardado con el comerciante, hasta que volvieran y llevárselo luego a su retorno,
después de hacer el mercado, su camino siguió un poco más, para poder llegar
con la señora Dalia, entre tanto llegaban se contaban historias de una vida como esclavos, historias
que se contaban de otros esclavos, de esclavos que escapaban y esclavos que
eran recuperados, vidas atormentadas, vidas de dolor, sufrimiento y luto,
claro, de Raizad no era tan sádica la vida, como de los otros esclavos, pues
Raizad era privilegiada, gracias el
padre que le tocó, a pesar de que no la reconocía como hija, nunca le dejo de
ayudar, Jacinta apretaba a su peque contra su pecho mientras camina y entraban
en la plática de lo que las señora Judith quería hacerles, para robarles a su
criaturita. No había manera de escapar por sus propios medios, pues no
llegarían a ninguna ciudad sin que fueran descubiertos, cualquiera que los
reconociera, los entregaría a las autoridades de inmediato, necesitaban alguien
con poder alguien que pudiera sacarlos de la ciudad, las esperanzas están tan
lejos, más allá del horizonte, mas lejos que, en donde el sol se esconde,
pensaba Jacinta, pero su amiga le da aliento y esperanzar, si escapaban ella se
iba con ella. Llegaron exactamente a la hora de la comida, llegaron Jacinta con
su peque y Raizad a casa de los de Rossi, llegaron exhaustas, al verlas llegar
la señora Dalia mando a Rosa , llevarles un poco de agua, mientras ella estaba
colocando la mesa de la cocina, tengo que poner tres platos mas dijo la señora
de Rossi, mientras le giñaba un ojo a su empleada Rosa y sonreía alegremente,
se apresuro Rosa a traer agua fresca para sus amigas, y la llevó a prisa,
mientras la señora terminaba de colocar la mesa.
Rosa.- ¡Hola
Jacinta!, ¿qué tal Raizad?-bien contestaron las escalvas.
Raizad-
Tenemos algo grave que contarte, amiga mía, ¡y es gravísimo!
Rosa- No me
asusten amigas, ¡Les pasó algo en el camino!
Jacinta- No
el camino estuvo cansado pero bien, la cuestión es otra.
Rosa- ¡Cuénteme!
Raizad- Que
te cuente Jacinta, es con respecto a su hijo.
Jacinta
comenzó a narrar a Rosa todo lo que su ama le decía por su hijo, Rosa con cara
de asombro y de espanto que se notaba a
leguas, pues era raro que pudieran platicar, pues no les era permitido a los
esclavos andar, de casa en casa, platicando con los esclavos de los vecinos por
eso aprovechaban cuando, eran enviados a hacer mandados, para contarse unos a
otros sus pesares y felicidades, y los que se consideraban amigos para verse en
esas ocasiones aprovechaban el momento, Dalia miraba de lejos a las esclavas de
los de Flades, y la cara de Rosa, las lagrimas de Jacinta mientras narraba algo
a Rosa su empleada, denotaba que algo bastante malo estaba pasando.
Rosa- De esa
clase de gente se puede esperar lo que sea.
Raizad- Yo
no lo podía creer y no es que nuestros amos sean unas personas buenas, ¡claro
que no!, pero no podía creer hasta donde pueden llegar.
Rosa- Yo
estoy agradecida trabajar para los de Rossi, con la señora.
Raizad-
Sabemos que la señora de Rossi, es muy buen persona y tiene influencias, para a
ver si puede ayudar a Daniel y Jacinta a escapar de nuestros amos.
Jacinta- No
te sientas obligada a ayudarnos si no puedes hablar con la señora Dalia, no
importa, Daniel y yo veremos cómo le hacemos para escapar.
Rosa- No te
preocupes amiga, la señora es muy buena, vamos a comer, que ya la mesa esta
lista, la señora me dijo que las invitara como siempre, ya saben, y en cuanto
haya una oportunidad yo trato de introducir la plática con la señora.
Señoras y
señoritas la mesa esta lista dijo doña Dalia, llamando a aquellas muchachas a
almorzar como Hacia con todo aquel que llegaba a su casa, necesitado y cansado.
Para ella era muy grato hacer esto pues, estaba en contra de la esclavitud, y
de los horrores que pasaban A los esclavos en casa de sus amos. Y además de su
hijo Rosa, Braulio y Fermín eran su compañía los mas cercanos, también estaban los
encargados del jardín de la casa, pero estos no eran tan cercanos, aunque no
menospreciados por la señora Dalia, ella a todos sus empleados los trataba como
a personas, igual que todas. El almuerzo se hizo muy ameno entre platicas y
consejos de la doña, terminaron la comida, las invitadas lavaron los platos
junto a Rosa, mientras la señora las miraba y conversaba con ellas, al terminar
las invito a comer un pastel a uno de sus kioscos frutales en el jardín para
seguir platicando.
Jacinta-
Gracias señora Dalia, pero debemos irnos, pues se nos hace tarde, nos va dar la
madrugada, de regreso a casa de nuestros amos, si nos vamos mas tarde.
Dalia- No te
preocupes yo le digo a Braulio que las lleve, y así, llegan a buena hora a la
casa de los de Flades.
Raizad- Pero
debemos pasar el mercado, pues compramos provisiones, para la mansión, y si nos
vamos más tarde, nos cerrarán el
mercado, no podremos llevar las compras y la que será castigada será Jacinta.
Dalia- No te
preocupes voy a enviar adelante a Fermín, y una nota al mercader que les vendió
para que las espere hasta que pasen por su compra, ¿con el mismo de siempre
hicieron la compra verdad?;
Jacinta- Si,
con don Agustiniano, el de la Esquinnita.
Dalia- ¡Bien! Disfruten un momento de libertad con
migo, y Rosa, quédense un poco mas.
–Gracias
contestaron Jacinta y Raizad, entonces se dirigieron al kiosco donde
degustarían un delicioso pastel y un momento muy agradable, aquellas esclavas
se sentían como importantes platicando
con aquella elegante señora, Leo hijo de Dalia, quien era dos años mayor que
Angel, le prestaba sus juguetes a
Ángel el peque de Jacinta, jugaban
frente a ellas, Dalia se maravillaba al ver al peque de Jacinta tan hermoso, y
a su hijo congeniar con aquella bella criatura, su hijo no se quedaba atrás en
hermosura, pero al estar junto a Ángel, su belleza era opacada, y entre tanta platica, salió el tema del peque
de Jacinta y lo que tramaban de hacer, los amos de aquella desdichada esclava,
la señora Dalia no puede creer lo que sus oídos están escuchando era una crueldad.
Yo los ayudaré dice doña Dalia, solo manténgame enterada de cada paso que vayan
tomando yo buscare una ruta de escape yo se adonde pueden ir, si yo puedo
evitar tal barbarie, lo haré, entre lagrimas de alegría Jacinta agradecía a
aquella alma buena, no estaba nada dicho, pero era un alivio, había un puente
para alcanzar la esperanza, Jacinta no hallaba las horas de llegar con su
esposo para contarle todo. Yo también me voy con ellos doña Dalia dijo la joven
Raizad, quien también lloraba al ver que
a su mejor amiga, se le había devuelto la luz y la esperanza, había una
forma de escapar y un alma buena que está dispuesta a ayudarles.
En el
camino, de regreso a casa, Jacinta y Raizad, iban planeando el escape de casa
de los de flades, podían hablar con toda libertad ya que Braulio, el chofer que
las trasportaba era de su entera confianza, los nervios invadían a aquellas
mujeres, con la esperanza alumbrándoles el camino, Jacinta ya no veía tan
oscuro el panorama, un momento de silencio, el atardecer anunciaba la noche,
Jacinta no había podido contemplar la belleza de la creación, por la pena, la
congoja y la incertidumbre de, que era lo que le deparaba el día de mañana,
pero esta vez ella podía ver con los ojos del alma, pues ya tenía esperanza,
contemplaba aquellos paisajes mientras el sol se ocultaba en las montañas, un
lago camino por recorrer y su mente estaba llena de ideas, para exponérselas a
su esposo, luego de un largo silencio, la plática volvió a tomar, fuerza,
pasaron por su compra del mercado, Braulio el
chofer, pago al mercader por su espera, y luego partieron a la prisión
de esclavos la casa de los de Flades.
Era media
noche cuando llegaron a la casa de los de Flades, era la hora habitual de
llegada, yendo a pie, era un largo y casado trayecto ir a hacer las compras al mercado o ir a dejar recados a los amigos
de los amos, algunas veces corrían con suerte de que algún viajero les brindara
un aventón bastante considerable, se despidieron de Braulio su chofer, a unos pocos pasos antes de llegar a los
linderos de la misión, llegaron
pues, las dos esclavas a casa de su
amos acomodaron las compras y las especias en sus respectivos lugares.
Raizad- En
cuanto llegue Daniel, cuéntales lo que hablamos con la señora Dalia, pero
cerciorarte que nadie este husmeando. Le dijo al odio mientras se despedían
cada una a lo que se puede llamar, su habitación, para descansar un poco. Cuando Jacinta entro a la habitación en donde
dormían se encontró con la grata sorpresa que Daniel había regresado de los
campos de algodón en donde había estado por más de un mes, cuando lo vio
dormido, una sonrisa llenó su rostro, le dio un beso en la mejilla, pues su
esposo dormía profundo, boca abajo, desnudo, y debido al calor que hacía no
cubría su cuerpo con sabana totalmente, apenas y cubría sus partes intimas cono
un transparente retazo de tela, su piel dorada por el implacable sol y sus
músculos bien esculpidos por el duro y pesado trabajo para Jacinta era su
adonis particular, Jacinta recorre desde la cabeza a los pies, a su esposo, con
su mano levitada sobre su cuerpo, luego se retira a la separación del habitación en donde duerme su peque, en la
humilde cuna que Daniel había construido con tanto esfuerzo, humilde pero
hermosa y bien decorada con molduras de madera que él mismo había labrado.
Jacinta Vio a su pequeño Ángel profundamente dormido, lo acaricio con mucha
ternura se acerca y le da también un amoroso y tierno beso, la felicidad de
aquella mujer se podría notar a leguas, en ese momento se olvido de todos sus males, se sentía dichosa, luego volvió a
donde estaba su adonis, se quedo recostada en la pared mientras observaba a su
amor, detenidamente, y decía mientras lo observaba, si pudieran verte en este
momento mi amor sabrían el porqué de la hermosura de mi peque, mientas pensaba
esto, su esposo se volteaba lentamente de un costado a otro, mostrando su
virilidad y potencia masculina, por el largo tiempo que paso lejos de su
esposa, ella sabe que debía cumplir a su esposo con su deber conyugal, por lo
que se va a dar un muy buen baño para quitar el polvo y sudor del día y viaje ya
de regreso en la habitación se coloca un poco de aceite de rosas para oler bien
para su amado, lo hacía con mucha suavidad y lentamente para que el aroma
penetrara hasta el alma, se coloca uno de los tres camisones que tenia para
estas ocasiones y se dirigió, a la cama
en donde su esposo, no hallaba reposo profundo, debido a la molestia de su fuerza
masculina en toda su potencia, Jacinta se acerca su a su encendido esposo y
lentamente comienza a acariciarle, con besos y con sus manos untaba ungüento
relajante en su cuerpo, al principio él estaba de costado con la espalda casi
hacia arriba, pero poco a poco despierta y se da vuelta y queda totalmente boca
arriba, mostrando a su esposa el deseo que tenia por ella, poco a poco fue
despertando con aquel masaje de besos y caricias con ungüento, que disfrutaba
dormido, ahora que despertaba estaba disfrutando aún mas, cuando estuvo
totalmente despierto, Jacinta subió sobre su esposo y comenzó su tarea de
aquella noche, transcurrieron unas cuantas horas, cambiando de lugares,
intercambiando caricias apasionadas hasta que ambos quedaron exhaustos, Daniel hala
a su esposa y le dio otro beso con mucha pasión, y le dice, que dicha la mía, de tenerte solo para mi,
cualquier de los desgraciados, de los amos si te viera como yo te veo,
seguramente no te soltaría jamás. Jacinta solo sonrió y luego le besó.
Jacinta-
Amor; ¡Estamos en aprietos, escuche a los amos palear para quinarnos a nuestro
peque!
Daniel- ¿Qué
escuchaste?
Jacinta- Harán
lo que sea para quedarse con nuestra criatura, no importa que tengan que
matarnos.
Daniel- ¿Qué
haremos mujer?, si escapamos no llegaremos
muy lejos y ¡sin os quedamos nos van a matar!, sea como sea, estamos
perdidos, ¡qué haremos mujer!
Jacinta- Hoy
fui a hacer mercado y por unas especias que la señora Dalia trajo para el ama,
y le conté, y ella se ofreció ayudarnos,
solo que le mantengamos al tanto de los que pensemos hacer.
Aquel
momento de felicidad y entrega total, fue opacado por aquella sensación de
estar entre la espada y la pared, pero que podían hacer, no podían esperar para
hablar del tema, para empezar a planear una manera de escape, como librar a su
peque de las garras de sus amos, las horas pasaban mientras ellos planificaban
como harían para escapar con la ayuda de doña Dalia, el tiempo había volado y
eran casi las cinco de la mañana, Jacinta dejo el lecho se dio un baño y luego,
se predispuso a su que hacer, ya que les esperaba un día muy agitado, la fiesta
de los de Flades está ya a las puertas, la madre de Richard está en camino.
La carta
envida desde Suecia decía de la siguiente manera: Mi amado hijo Richard VIII,
he estado extrañándote, pues ya han pasado mucho años desde la última vez que
has venido a visitarme, pero te cuento que la suerte está de nuestro lado, en
unos días sale un barco de pasajeros hacia Nueva York, desde Gotemburgo, (el principal puerto
de Suecia) haciendo tour par varios países de Europa, lo tomare como vacaciones
y al terminar el trayecto en nueva York, estaré en tu casa, preparadme pues una estancia, pues me he de quedar
muchos días allí contigo, también te pongo sobre aviso que de paso por Portugal
veré las villas que tenemos allí ya que me ha llegado la noticia que no están
muy bien, esperadme pues, que pronto estaré con vosotros, saludas a tu esposa de mi parte para que esté
al tanto de mi llegada.
Co mucho cariño
tu madre que te ha extrañado mucho.
Judith no le
agradaba mucho a su suegra ya que el estatus económico de la madre de Richard
era mucho mayor que el de los padres de Judith, y Camila de Flades deseaba que
su hijo se casara como era debido con una dama de sangre azul o de la
monarquía, pues ella era Condesa, pero como en el corazón no se manda Richard
VIII, se había comprometido con Judith y con ella se casó, por eso Judith era
discriminada por parte de su suegra, y a ella no le hacía mucha gracias tenerle
enfrente suyo, por eso y por Judith, Richard evitaba la visitas a su madre en
Suecia, ahora era inevitable el encuentro, Richard ama a su madre
profundamente, pero también a su esposa, y su deber decía él, es con la esposa
y no con la madre, a la madre solamente se le ama y se le respeta, pues el que se casa, casa quiere.
Judith esta vez se esmeraba un poco más en prepararle una muy buen recepción a
la Condesa, se estaba preparando con los mejores manjares que pudiera
proporcionarle, suculentos platillos dignos para una persona perteneciente a la
monarquía, a aquella mansión no paraban de llegar, de toda clase de amínales
salvajes exóticos, las mejores piezas de carnes, las mas hermosas flores, las
suculentas frutas, de todo para intentar agradar a la suegra, su suegra en fin,
de todas maneras algo tendría que sacarle a esa vieja sangrona, decía Judith,
no en vano venia, si no a dejarle un muy buen monto de dinero y joyas a su
amado Richard VIII, esta era la emoción de aquella hipócrita dama.
Un telegrama
es recibido por los de Flades, en medio del alboroto de la llegada de la madre de
Richard, es de la Condesa dice una de las amigas de Judith que estaban con
Judith, ayudando en detalles, que dice pregunto Judith, ¿quieres que la abra?
Pregunto su amiga, ¡Claro! Contesto Judith; Dice: Amado hijo, hago de tu
conocimiento que cuando estuve en Portugal las cosas con nuestro viñedos no van nada
bien, con lo poco que pude averiguar yo misma, están mal, y no podemos dejarlos
morir, cuando vuelva, vendrás con migo y te quedaras a cargo un tiempo de ellos
para levantarlos, en pocos días estoy con ustedes, hasta la vista.
Judith- Esta
vieja amargada se va a llevar a mi esposo.
Graciela-
¡Pero tu esposo no es un niño para que su madre lo mangonee como quiera!
Vilma-
Además, ustedes no necesitan de mas viñedos, con el dinero que tiene, tienen
para muchas vidas.
Judith- ¡No
importa! Se lo voy a ceder un par de años, total nos cae bien tener nuestro
espacio por un tiempo y dedicarnos a nuestras cosas, tal vez vaya con él y me
dé un viaje por Europa. Decía mientras en su mente pensaba si supiera que todo
lo que tenemos pertenece a la Condesa si no fuera por ella nos moriríamos de
hambre de.
La Tragedia
Los días
transcurren. Por fin el día de la fiesta llego, aquellas fiestas duraban varios
días, Jacinta y Daniel había planeado escapar en esos días, con el alboroto y
el licor que iba se bebido en aquella fiesta, podían pasar desapercibidos, la
señora Dalia ya estaba a las ordenes de aquellos esclavos que estaban decididos
a dar su vida por salvar la de su hijo, no importaba que ambos murieran en el intento,
pero jamás dejarían a su peque con aquellos despiadados señores. Todo iba muy
bien los invitados ya estaban llegando, la casa se estaba llenando de la crema
y nata de los alrededores y de lugares lejanos, todos los amigos de la Condesa
están invitados, también los amigos de los dueños de la mansión de Flades, era
toda una feria aquella fiesta, música, bebidas exóticas, entretenimientos, exquisitos
majares para degustar, grandes arreglos florales, además de los jardines de
aquel palacio, todo era exuberante, digno de la realeza, hoy si te coronas con
esta fiesta amiga, le decían a Judith sus amigas, los hombres también elogiaban
aquella belleza de fiesta, mares de gentes había llegado a la fiesta para
recibir a la Condesa, entre unos cuantos días de tanto murmullo y teniendo los
amos en que estar distraídos, Jacinta, Raizad y Daniel planeaban el momento del
escape, pero de repente llego uno de los criados de doña Dalia quien encontró a
Raizad en las afueras de los terrenos del castillo y le informo que pospusieran
el escape ya que la señora Dalia había salido de urgencia hacia la capital pues
su bebe se había agravado por un infección que había cogido, ella les manda
esta nota y dice que cumplas las instrucciones a cabalidad, Raizad llevo la
nota a prisa a sus amigos, sigilosamente y sin que nadie se diera cuenta, llamo
a Jacinta y Daniel a un lugar en donde pudieran leer la nota sin que nadie los
descubriera, Raizad les dio las malas nuevas a sus amigos y procedió a leerles
la nota, nota que decía así:
Mis queridos
amigos por causas del destino no podrán volar este día, mi hijo se agravó y
tuve que salir de emergencia hacia la ciudad, debemos esperar unos días más, me disculpo,
pero es por causa de vida o muerte, esperemos un par de días, que yo solo espero
que mi hijo se reponga y esté un poco mejor y podrán escapar, yo siempre estoy
en la disposición de ayudarles, pero por favor entiendan mi momento, el cual no es muy bueno para mí, muy pronto estaré en
contacto, quemar esta nota inmediatamente después de haberla leído.
Decía la
nota entregada por Braulio. Ve i dile a Braulio que lleve este mensaje a la
señora Dalia: entendemos, la suerte no está de nuestro lado en este día y esperaremos lo que haya que esperar, que no se
preocupe por nosotros que vamos a estar
bien. Dijo Daniel a Raizad. En la fiesta todo iba de los mejor los días
transcurrían entre feria, risa y banquetes, los amigos esperaban con ansias, sabían que
llegaría en pocos días; cuando en horas del ocaso llega un telegrama urgente para
el hijo de la duquesa Richard VIII.
Richard,
Abrió aquel sobre y cuando leyó -Urgente decía el telegrama, Para Richard VIII, y el cuerpo decía, sentimos informarle que le
barco en el cual estaba registrada la Condesa Camila de Flades, su madre, sufrió
naufragio hace diez días en el océano Atlántico, muchos fallecidos, necesitamos
venga los más pronto posible a Cádiz para reconocer los cadáveres que fueron
recobrados, no sabemos si su madre este entre los sobrevivientes, aun estamos
recobrando cadáveres.
Aquel
tétrico mensaje le hizo lanzar un espeluznante grito,
muy espeluznante, habia incertidumbre, si su amada madre aun estaba con
vida o ya no, todos los asistentes escucharon aquel grito, y como no notarlo si
aun la música se vio opacada por la fuerza de aquella exclamación ¡No puede
ser! ¡NO! Los que estaban más cercanos a
Richard, le lograron sostener pues aquel
enorme hombre se desplomaba al suelo como un yunque cuando estaba en el suelo
llorando de rodillas, entrego aquel mensaje a su amigo Dionisio Paiva, quien
leyó el mensaje y transmitió a todos invitados aquel mensaje, la fiesta terminó
en ese mismo instante, cada uno paso dando su mejor deseo sobre aquella triste
noticia y se despedían de aquel triste hijo, que no sabía si iba a volver a ver
la sonrisa de su madre, por qué no fui a visitarle, pensaba Richard, mientras
le consolaban sus amigos e invitados, la casa quedo desértica y con un vacio de
muerte, como solo la muerte lo sabe hacer, con ese sabor a soledad, sin deseos
de seguir viviendo y una profunda
tristeza, solo los más íntimos amigos quedaron, Judith tenemos que partir
inmediatamente a España dijo Richard, voy a mandar a hacer la maletas dijo
Judith. A pesar del mal que pasaban los amos, Jacinta y Daniel sintieron un
respiro al saber que sus amos se iban de la mansión esto les daba tiempo para
planear un nuevo escape, que contrariedad, el dolor de unos, se vuelve en
regocijo de otros dijo Daniel al enterarse de esta noticia, Raizad salió
corriendo a donde esta Braulio a llevarle la noticia de la casa Rush y el
mensaje para la señora dalia. Un barco mercante estaba por salir para Cádiz en
la madrugada del siguiente día, el Sea Cosmos, , este no es un buque pasajero
como usted comprenderá, tenemos que hacer algunas escalas en unos puertos y
también ya tomo en cuenta los riesgos de viajar en un buque mercante, usted los
conoce verdad, dijo el capitán del barco, claro que los conozco dijo Richard,
además para hacerle espacio en el barco, vamos a necesitar una fuerte suma de
monedas, usted comprenderá los gastos que esto implica, dijo el joven capitán, no importa el costo, dijo
Richard, todos los bienes que usted suba a bordo, están bajo su
responsabilidad, no nos hacemos responsables por las pérdidas incurridas a
bordo del Sea Cosmos, no llevare más que lo necesario, respondió Richard,
entonces tenemos un trato dijo el capitán del Sea Cosmos, Richard paga una gran
cantidad de dinero para que los llevasen a España como pasajeros en aquel buque,
no le importó costo, ni riesgo, lo que le importa es llegar lo amas pronto
posible a Cádiz, Richard rogaba que su
madre estuviera con vida, sabía que el viaje le sería eterno, aunque solo
fueran diez o catorce días en el océano Atlántico, de madrugada zarparon hacia España don Richard
y doña Judith, apresurados, con su viaje
pagado hasta España y una muda diaria calculando un mes en mar abierto, por
aquello de las dudas.
Por la tarde
de ese mismo día, Braulio estaba llegando a la ciudad con doña dalia a llevarle
la respuesta de Jacinta y Daniel y la puso al tanto de la tragedia de la
Condesa. Al menos tendrán un respiro mis amigos con su bebe, bien dice el dicho,
que la calamidad de unos es la gloria para otros, que pesar, lo que ha pasado a
la madre de Richard, pero si no hubiera sucedido así, estaríamos en aprietos,
al final la suerte corrió para nuestro lado, dijo Dalia al estar enterada de lo
que sucedía a los Rush. El tiempo en el Cosmos parecía transcurrir lento, con
cada escala del barco, Richard se sentía más molesto, pero no podía decir nada,
era el único barco que iba a Cádiz esa semana, en otros tendría que trasbordar
y el viaje sería aún más largo, total ya estaba a bordo de este barco y había
asumido cualquier riesgo, la desesperación se le notaba a distancia, al igual
que a doña Judith, pero la desesperación de Judith, no era tanto por encontrar
vivía a su suegra, sino mas bien era porque en cada puerto que pasaron, no
podía bajar a hacer viajes, ella estaba
estresada y aburrida. El último puerto a visitar estaba solamente a un día más
ya eran siete días a bordo de aquel enorme carguero, la estadía en los puerto
de paso se había prolongado un poco más de la cuenta. Ya en el océano abierto,
todo iba viento en popa, Bueno dijo el capitán a sus distinguidos pasajeros en
seis u ocho días estamos en Cádiz, claro si todo va bien, Richard solo hizo un
gesto con la mano como, recibiendo el mensaje y dando gracias, luego se volvió
a su camarote, encerado había pasado todo el transcurso del viaje hasta este
momento y no pensaba salir de allí hasta que llegaran a Cádiz. Richard estoy
harta de estar encerrada, le dijo doña Judith, no comes, por qué no te das un
baño, hueles como el contramaestre—Dice Judith--, y donde has olido tu al
contramaestre, -- dijo Richard--, yo si he disfrutado del viaje, y me he
paseado por todo este barco y me he topado con toda clase de chusma, por eso te
lo digo, yo no soy una ermitaña yo necesito vivir y de la luz del sol, si
sigues así llegaras muerto a España, yo no pienso estar a tu lado así como
estas – dice Judith--, pues dile al capitán que te prepare un camarote para ti
sola, que yo le pago en cuanto lleguemos, y me dejas en paz,-- Responde
Richard, pues qué bien, eso haré, --dijo doña Judith-- y ni lenta ni perezosa
corrió con el capitán con quien ya había socializado en algunas ocasiones. No
está nada mal este capitán se decía así misma, tiene un cuerpo esculpido, es
bastante joven y se ve potente, pensaba la señora, mientras iba a pedirle un
camarote para ella sola. El capitán al escuchar la petición le preparo un
camarote lejos de su esposo y cerca del suyo, intuyendo que aquella elegante
dama iba a estar en su camarote o él en el suyo, y no está muy lejos de la realidad
pues aquella señora deliraba por aquel ilustre capitán. Dos días hacia que se
había mudado Judith a su nuevo aposento, Richard no daba señales de vida, no
importaba mucho pues muerta la madre, hereda al hijo y muerto el hijo hereda a
la esposa, de vez en cuando le iba a visitar su esposa al camarote, a darle un
poco de consuelo conyugal, pero el esposo estaba devastado pensando en que su
madre podría estar viva o muerta y no podía poner su pensamiento e interés más
que en pensar llegar ya a Puerto de Cádiz, en su esposa había fuego que él no
apagaba y ella se mal humoraba.
Capitán-
Señora ¿que tal está?
Judith- Pues
desde que abordé este barco no muy bien
El capitán
cree que no le agradaban mucho a la señora él ni su barco, ella no se lo había
expresado antes o no se había dado cuenta él.
Capital-
¡Que hermosos! atardecer ¿verdad?
Judith-
Precioso, ¡al menos el atardecer que me dé algo de satisfacción al contemplar
el crepúsculo!
Capitán- No
me diga que ha estado insatisfecha todo el tiempo que ha estado a bordo. Dijo
para entrar en detalles.
Judith- Pues
al principio no tanto, pero ahora que mi esposo está sumido en la depresión me
ha dejado abandonada y descuidada.
Capitán-
¡No! ¿Cómo puede ser?, no entiendo como un hombre pueda dejar pasar momentos
con una mujer tan hermosa y elegante como usted.
Judith- Pues
como usted se puede dar cuenta, si sucede, Richard no tiene más pensamientos
que llegar a Cádiz y ver a su madre con vida, de mí ni se acuerda.
Capitán- Por
cierto llego un telegrama urgente para su esposo.
Judith- ¿Lo
tiene con usted?
Capitán- No,
lo deje en mi camarote, perdón es que se me paso por alto.
Judith- No
se preocupe puede llevármelo más tarde a mi camarote por favor.
Capitán-
Claro, conversamos luego.
Judith
estaba recostada sobre la barandilla viendo el atardecer, se voltio y se
despidió de beso del Capitán, el capitán quedo asombrado es el primer beso que
le daba aquella adinerada mujer, él le tomo levemente por la cintura y de una
forma sutil y disimulada acarició sus glúteos, a Judith se le erizo la espalda,
pero no demostró nada, pues podían darse cuenta los tripulantes que estaban
cerca.
En la
mansión de Flades todo era paz y
tranquilidad aunque los capataces estaban al pendiente de lo que los esclavos
hacían en casa, la libertad y la paz que se sentía en aquel lugar era
grandioso, los días que los amos no están en casa era la gloria para los
esclavos, y más para Judith y Daniel que estaban atormentados por la idea de
que les quitaran la vida y a su bebe, pero ahora hasta se les había olvidado,
aquellos esclavos aprovecharon para sacar a su bebé del anonimato tal vez les
servía de algo, los vecinos adinerados, no podían creer, que de aquellos
pobretones, y calcinados por el sol saliera algo tan hermoso, los visitantes
que veían a aquella hermosa criatura junto a sus padres, chamuscados por el
sol, tenían que cerciorarse, de que en
verdad eran los padres para quedar un poco tranquilos
Catorce días
en el océano abierto, pocos días para llegar a Cádiz, el tiempo había estado de
lo mejor, la oscuridad de la noche se apoderaba del inmenso océano, poco a poco
iba devorando cualquier rastro de luz, como un manto de silicio, lo lleno todo,
las estrellas llenaron el firmamento, como quitando poder a la oscuridad, el
cielo despejado a más no poder, el espacio exterior se fundía con el océano
abierto, era como estar en un cuento de hadas, no se distinguía en donde
terminaba el mar y donde daba inicio el cielo, era un manto entrelazado de
estrellas titilantes y estrellas fugaces, hoy no cenaré pensó Judith. Ya bien
adentrada la noche y extasiada de la belleza que le rodeaba Judith se retiró a
sus aposentos, en el camino se encontró con el Capitán.
Capitán-
Señora Judith en la puerta de su camarote deje le telegrama, fui a buscarle,
pero al no encontrarle, supuse que regresaría luego y deje el telegrama
adherido a la puerta, ya que yo tenía asuntos que atender no pude buscarle.
Judith- no
se preocupe capitán, yo voy ahora para mi camarote, ¿está bastante caluroso hoy
verdad?
Capitán-
¡Pues a la verdad yo no siento mucho calor!
Judith- Yo
si me siento encendida esta noche, creo que voy a dejara entre abierta la
puerta y el ojo de buey para que me entre algo de brisa, ¡por lo menos algo que me entre!
El capitán
solamente le lanzo una coqueta sonrisa dejando ver como siempre una hilera de
dientes blancos bien cuidados, pasa junto a ella, ella le pego un pellizco en
el trasero, total a esas horas de la noche quien podría darse cuenta, el capitán,
entendió la indirecta muy directa y precedió a darse un profundo baño, está por hacerle una visita a su pudiente pasajera
y tenía que quitarse el sudor del día, doña Judith también se apresuró a su
camarote para estar lista, pues eta noche habría acción. El capitán espera a
que se tranquilizara casi del todo el movimiento en el barco hasta entonces le hizo
la visita a Judith, no camina mucho para poder llegar hasta donde ella esta, al
llegar puso su mano sobre la puerta y esta estaba entre abierta, poco a poco la
abrió para que no rechinara, hasta que logro entrar y la serró tras sí, al
entrar encontró a la señora acostada en la cama con un camzoncito transparente,
no le dio tiempo a mediar palabra con un dedo lo llama, le pidió la mano y lo
haló sobre ella, y empezaron la acción desenfrenada, pasión salvaje,
desembocando las ganas contenidas durante varios días, que noche aquella, el
capitán quedó encantado y exhausto; Richard ni enterado de lo que su esposa
estaba haciendo, el en su camarote embriagado y deprimido, no quería saber nada
de la vida, de igual manera nunca se iba a enterar de las aventuras de Judith
con el capital del Sea Cosmos.
Judith- Esta
noche fue como un sueño, como un
maravilloso, extenuante pero delicioso sueño y así es como debe de quedar como
un sueño nada mas ¿Verdad?, dijo mientras le tiraba una mirada amenazadora al
joven capitán.
Capitán- No
se preocupe señora, que los caballeros en estos asuntos perdemos la memoria.
El alba se
sentía que despuntaba, aquellos feroces y apasionados pecadores, se dieron el
último agasajo y se despidieron, el levante ya estaba deslumbrante, el capitán es
lo mas sigiloso para que nadie lo viera
salir del camarote de la señora Judith, vigilante tras la puerta nota que no
había nadie por el pasillo, salió a toda prisa, emprendió carrera y se refugió
en su camarote, ¡Uf! Dijo mientras cerraba la puerta tras de si, quitándose
unas gotitas de sudor de la frente con la mano derecha, que noche se dijo así
mismo mientras daba un masaje a sus partes intimas, pues estaban bastante
magulladas.
Toc, toc,
toc, sonó la puerta, momento dijo el jadeoso capitán, haló una bocanada de
aire, luego la exhaló, lo hizo de nuevo, y ya más relajado abrió la puerta,
sorpresa para aquel satisfecho capitán, el esposo de doña Judith esta a su
puerta, el joven capitán trago un buen poco de saliva, y con voz un poco
temerosa dice.
Capitán- Don
Richard buen día, ¿a qué debo el honor de su visita?
Richard-
Buen día capitán, no he recibido noticias del naufragio todo este tiempo que he
estado a bordo, quiero saber ¿por qué?, envié a preguntar por usted pero no me
dieron noticia suya.
Capitán- ¡EH,
si es que estaba en la cuarto de maquinas viendo unos asuntos! don Richard ¡no,
no ha hablado con su esposa!
Richard-
Pues al igual que las noticias no sé nada de ellas hace días.
Capitán-
anoche le deje un telegrama, es el primero que recibimos en días ya que tuvimos
un desperfecto, con la máquina de tipos. El capitán se sintió muy aliviado al
saber que aquel enorme y fornido señor no se había enterado de nada.
Richard-
Entiendo, debí pasar primero con ella, voy con ella entonces, ¿en cuanto tiempo
atracamos?
Capitán- Hoy
por la noche estaremos en puerto Cádiz señor.
Richard
asintió con la cabeza y se retiró, hasta luego señor le dijo el capitán con un
ademan, Richard levantó su mano recibiendo y devolviendo la despedida,
Richard-
Judith, Judith abre soy tu esposo, abre por favor.
Judith-
¡Richard! Yo te hacia dopado en tu cama, dijo Judith, mientras echaba un ojo en
el pasillo, pasa pasa, como ves me estaba bañando, pero pasa.
Richard- Me
dijo el capitán que anoche llego un telegrama para mí con respecto al naufragio
y te lo dio a ti.
Judith- si,
pero no se si sabias que tenían problemas con la máquina de tipos e
inmediatamente la arreglaron enviaron a solicitar noticias, y se recibieron
unos telegramas ya bien tarde, y en esos uno del naufragio, pero por lo tarde
no quise molestarte en llevártela a esa hora.
Richard- ¡Pero
mujer! ¿A caso no sabes que estoy muriendo esperando tales noticias? NO
importaba la hora hubieras ido a buscarme para darme mi telegrama, a ver dónde
está, dijo enojado.
Judith- allí
sobre esa mesa, dijo ella mientras señalaba con la mano derecha y con la
izquierda se quitaba la toalla para poder vestirse.
Richard tomo
aquel telegrama se sentó en la cama lo abrió, cuando lo hubo leído sus ojos se
pusieron muy grandes y aguanosos.
Lo
lamentamos mucho señor pero creo que hemos encontrado los restos de la Condesa
su madre, no estamos seguros, por lo que necesitamos de su persona para que
corrobore y haga reconocimiento del cadáver.
Richard se
soltó en llanto, el desconsuelo en su alma es tal que Judith se quedó espantada
al ver a su esposo llorar como un bebe, sus sentimientos fueron conmovidos por
la tristeza que denotaba Richard.
Judith- ¿Que
te dicen en el telegrama? Pregunto mientras le abrazaba, intuyendo que la
noticia era fatal.
Richard- Mi
madre, al parecer mi madre está muerta, hay un cadáver que reconocer, le dijo
él mientras miraba a su esposa con los ojos llenos en lagrimas y con una mirada
profunda y llena de melancolía le dijo, vete necesito está solo, dile al
capitán que necesitamos llegar lo más pronto posible, que es urgente. Está bien
yo le digo dijo,-- Judith mientras se alejaba del camarote en donde dejaba a su
esposo sumido en llanto de mucho dolor, por la pérdida de su madre.
Las veintitrés
horas el barco atraca en el Puerto de Cádiz,
Richard pago una considerable suma de dinero al capitán para que le hiciera
reservaciones y enviara las maletas al hotel
más cercano a la comisaria del puerto. En oficinas de migración, con cada segundo que
pasaba, para Richard era una eternidad, ni modo tramites de aduana que debía
ser tratados con mucho cuidado, él y su
esposa cogieron el primer taxi que paso, al tener todo en regla y partieron
hacia la morgue en donde se suponía estaba el cuerpo sin vida de la madre de
Richard, una escolta esperaba al doliente Conde, para llevarlo a través de
aquellas calles, los sollozos de aquel desgastado
señor, era lo único que se escuchaba después que Judith dio la dirección a la
que se dirigían, Richard ama a su madre, un silencio sepulcral se apoderó de
aquellos viajantes, el taxista le veía el semblante a Richard, no le daban
ánimos de entablar platica, pues en la cara de aquel hombre se notaba que no la
estaba pasando bien, y el contingente militar tras ellos, notaba que era
alguien muy importante, con cada
semáforo que hacía que se detuvieran, Richard hacía gestos de coraje, pues las
horas le parecían largas, esperaba llegar a donde está el cadáver y cerciorarse
que no es su madre, el cadáver en la morgue a la que se dirigen, el taxista
solo contempla aquella escena a través de su retrovisor, la dama bien elegante
sentada junto a aquel desarreglado señor, se veía bastante indiferente, no se
decían palabra alguna, algo terrible ha de estar pasando, se decía en sus
adentros, aquel joven taxista.
Richard- ¿En
cuánto tiempo más llegamos, señor taxista?
Taxista- ¡En
quince minutos estamos allí señor!
Fue todo lo
que se hablo en el trayecto de camino a la morgue en donde se encontraban los
restos de los náufragos del Cosmos, la ansiedad estaba a punto de causarle un
desmayo a Richard, mientras que a su esposa Judith, el aburrimiento casi que la
estaba matando. Hemos llegado dijo el taxista, Paga tu dijo Richard a su
esposa, que yo me adelanto, ¿Cuánto le debo joven?, preguntó doña Judith.
Richard se
bajo casi en un instante del vehículo y como emprendiendo una maratónica corrió
hasta la puerta del edificio que esta frente a él, con fuerza en pujo la puerta
no se dio cuenta del letrero que decía, HALE PARA ABRIR, el guardia de
seguridad, dormitado, que estaba junto a la puerta por el lado de adentro quedo
espantado con el golpe que Richard le dio a la puerta, trató dos veces la misma faena, Judith recién llegaba a su
lado, el guardia le abrió la puerta, el letreo dice: HALE PARA ABRIR, dijo el
guarda mientras abría aquella puerta, Richard solo le lanzo una mirada feroz
sin mediar palabra alguna, mientras entraba en aquel terrorífico edificio, el
guardia también tenía una mirada valiente, sin importar quien fuera Richard,
por lo cual aquella mirada de Richard no le causó, nada, Richard y Judith
llegaron a recepción.
Richard-
Disculpe señorita vengo con el
comisionado Javier Álvarez, le puede decir que el Richard de Flades de Halland
esta aquí.
Recepcionista-
¡Señor Conde! El comisionado le está esperando, siga el pasillo a la derecha,
luego cruza al pasillo de la izquierda al fondo baja los escalones, primera
puerta a la derecha.
Richard-
¡Gracias!
Richard
corrió por aquellos pasillos, Judith apenas y le daba alcance, jadeantes y sudorosos llegaron el
comisionado estaba junto al forense llamado Fritz Steward y un cadáver en medio
de ellos.
¿Comisionado
Alvares? preguntó Richard
A sus órdenes
Señor de Flades, respondió el comisionado.
¿Es ese el cadáver que se cree es mi madre?
Preguntó Richard, con sollozos y los ojos aguados
Por favor,
Acérquese y confirme usted mismo, le dijo el forense Steward, dando un jalón a
la sabana que cubría el cuerpo, dejando ver únicamente el rostro, Richard calló
de rodillas al reconocer aquel pálido rostro inerte, exclamando ¡Madre mía que
tragedia te fuiste para siempre!
Judith su
esposa y los otros dos hombres se condolían al ver el dolor de aquel hombre que
se volvía como niño al llorar a su madre, su lamento resuena por todos aquellos
desolados y tétricos pasillos, como un alma en pena cuando anda llorando, así
parece el llanto del señor de Flades.
Richard
sepultó a su madre en su ciudad natal. Decidió quedarse a levantar los viñedos,
como lo había pedido su difunta madre, notó que todo iba bien, los viñedos no
están tan mal como describió su madre en aquel mensaje, Richard entendió que su
madre solo quería estar junto a él por eso se había dado a la tarea de viajar a
donde él estaba y quería llevarlo con ella, eso era lo que no le permitía regresar
a su mansión en América, el haber abandonado por mucho a su madre le hace
sentir culpable y decide quedarse.
Los meses
fueron pasando, Judith de la criatura de los esclavos ya se estaba olvidando,
ya había encontrado un asunto en Europa que le estaba aprisionando, le decía a
Richard que ella ya no estaba regresando a América, en fin no había por qué
volver; Jacinta y Daniel aun planeaban el escape tan deseado para liberar a Ángel
de Luz, su hijo de las garras de sus amos, ellos regresaría en cualquier
momento sin avisar, pero aquellos días
con sus amos alejados les dio un gran respiro, Leo Johansson estuvo muy enfermo
casi muere por aquel mal que le estaba atacando, de aquel mal que casi lo estaba
llevando al mas allá, milagrosamente se fue recuperado conforme los años fueron
pasando, motivo por el cual los esclavos aun su escape seguían planeando;
al cumplir los quince años, Leónidas Johansson decide partir hacia el océano
con don Idelfonso, su abuelo, para aprender el oficio de marinero, el nieto
seria el heredero del Dalia Marinera, don Idelfonso, contrato a Juan Carlos
Osorno el maestro que sería el tutor del joven para que continuara con sus
estudios a bordo del Dalia.
Los años fueron
pasando; Don Richard de Flades de Europa, decide regresar a ver lo que en su
mansión en América estaba pasando, todo iba bien muy bien Europa, no piensa
quedarse mucho tiempo en América, pero es muy necesario regresar a revisar los
negocios y cultivos, después de tantos años de estar alejado le parece muy
necesario.
Richard-
Mujer me devuelvo para América las
cafetaleras están trabajando muy bien pero necesito ir a inspeccionar
personalmente las algodoneras, arregla tus compromisos que salimos mañana, nos
vamos tan solo por un mes.
Judith-
Richard si es por un par de semanas ¿por qué debo ir yo también, sabes que
estoy en un importante negocio y estamos por cerrarlo no puedo ir ahora?
Richard.
¿Cuál negocio Judith? Nunca me has dado las pruebas que he solicitado, que tu
negocio va bien o que en realidad tienes un negocio.
Judith- Te
he dicho una y otra vez de este negocio que tengo con los asociados Cortázar y
Cia. Limitada, tu eres el que no ha querido apoyarme con esto, pero es como
digo, estoy a punto de cerrarlo
Richard- De
esa empresa solo me has presentado a Xavier Cortázar, solo
eso y nada mas, pero si decides, si tu quieres
quedarte acá, es tu problema, no te quejes después, que yo si me voy mañana.
Judith- Vete
Richard, que yo me las arreglo sola acá, quisiera acompañarte pero no puedo
abandonar a Xavier ahora que yo he sido su fuerza económica y estamos a punto
de gozar de los frutos de nuestro esfuerzo.
Richard- !Haz
lo que quieras, como te plazca Judith¡, pero recuerda que no puedo volver de
inmediato.
La vida de
aquellos apoderados ya no era tan apasionada juntos, ya se habían esfumado
aquellos fogosos encuentros entre Richard y Judith. Zarpó el barco en donde
Richard volvía a América mientras Judith queda en Europa atendiendo su asunto
con Xavier Cortázar, se queda muy libre y feliz, los días siguieron su rumbo
fijado.
Jacinta y
Ángel su criatura disfrutaban de un delicioso baño en el rio que queda a unos kilómetros
de la mansión, jugueteando y soñando, se divertían en aquel paradisiaco lugar,
para ellos el estar juntos y con salud era su bendición y el disfrute de la
vida, Ángel, como le llamaron sus padres, contaba ya con quince años de edad ya no era aquella
pequeña criatura que codiciaban los señores de Flades.
Ángel- Madre
¿Por qué no me permites dejarme el cabello largo? Siempre te he dicho que me
gustaría tenerlo como el hijo de doña Aurelia, un poco nada más
Jacinta- Ya
hemos hablado de eso muchas veces mi amor, eso no te lo permitimos, lo tienes
terminante prohibido, ya lo sabes.
Ángel- ¡pero
madre!
Jacinta- pero nada Ángel ya lo hemos hablado muchas
veces, no te es licito que te dejes crecer el cabello, te acuerdas lo que te
contamos tu padre y yo, recuerda tu secreto debe ser bien guardado por siempre.
Ángel-
Entiendo madre.
Aquella
hermosa y joven criatura siguió jugueteando con su madre en aquel tranquilo
lugar.
Bueno Ángel
es hora de devolvernos a la mansión ya ves Raimunda y Maudiel no pierden
oportunidad para castigarnos, dijo Jacinta a su hijo.
Como usted
mande madre, sólo me hare el ultimo clavado desde la peña le dijo Ángel. Claro
pero apresúrate le dijo Jacinta mientras salía de agua y tomaba sus vestidos,
cuando levanta su vista hacia los arbustos que están cubriéndoles mientras se
bañaban en el rio, ve una forma humana que las estaba vigilando ella se acerca
un poco más, y logras divisar quien está espiando su baño, el corazón le da un
vuelco estremecedor, y dice Don Richard, voltea hacia donde está Ángel y ve que
los ojos de Don Richard estaban clavados en su pequeño retoño, inmediatamente
Ángel se lanza en clavado al rio, Don Richard le devuelve la mirada a Jacinta,
y ve que Jacinta no tiene ninguna desfiguración en su rostro, su rostro está
completamente sano.
Don Richard
con la mirada enfurecida, y con la mano le hace una seña a Jacinta como
formando un arma de fuego y disparándole, Jacinta se muere de la angustia, no
tenían idea que don Richard había regresado a la mansión.
Jacinta
sentía morir al darse cuenta que su amo había descubierto el gran secreto que
tan celosamente habían guardado con su esposo, no mas salió Ángel del agua le
conto que don Richard había estado en el rio y que la había sentenciado a muerte,
al verlos allí, semidesnudos, ¿pero cómo? preguntaba Ángel ¡no estábamos
enterados de que vendría!
Jacinta
responde, no, el día ha llegado, lo que mas temíamos ha ocurrido, debemos
buscar a tu padre y debemos escapar de inmediato, ¿te enteraste a donde lo
envió Maudiel?, si con doña Dalia, responde Ángel.
No podemos
regresar a la mansión debemos irnos desde acá de inmediato, le dice Jacinta a
su hijo.
Pero ¿y lo
que tenemos para la partida? Pregunta Ángel
Jacinta- No
podemos regresar a aquella casa, solo nos iremos con lo que tenemos con
nosotros en este momento, vamos démonos prisa que Daniel no regrese a la
mansión de los señores de Flades, él también corre peligro de muerte
Salieron
pues apresuradamente aquellas dos personas con un sentimiento terrorífico el
Sr. Richard de Flades ya estaba enterado de el gran secreto, en un solo momento
se borró de su vida los momentos felices que vivieron mientras en el Amo no
estaba en casa corrieron, como nunca en sus vidas.
¡Maudiel¡;
-- gritó don Richard ya en la mansión,
Si amo,
respondió aquel esclavo.
Llévate
cuatro hombres al rio contigo y me traen atada a Jacinta y a su hijo, todos
estos años me han visto la cara esos infelices esclavos y me preparas los
aciales, ¿a qué hora regresa Daniel? -- Pregunta Richard.
A media
noche, respondió Maudiel.
A ese
también me lo encadenas, malditos engañadores, pero a partir de hoy nunca más
se han de burlar de mí,-- dijo don Richard.
Perdón mi
señor, pero se puede saber qué hicieron esos dos para que lo tengan tan enojado,
no es posible que usted tenga solo unas horas de haber llegado y ya le hayan
hecho enojar, preguntó Maudiel el capataz esclavo.
Richard- Hoy
me entere de un vil engaño de todos éstos Años esos dos me han estado timando,
pero vete y haz lo que te ordené, si amo, le respondió Maudiel.
Las horas se
fueron volando, Jacinta y su retoño corrían como ciervos a casa de doña Dalia,
segundos descansaban y luego continuaban, esperando interceptar a Daniel en el
camino de regreso, ya habían recorrido mucho tramo de calle cuando encontraron
a Daniel que regresaba con la encomienda.
Daniel algo
terrible ha sucedido le dijo Jacinta, sofocada por la carrera, apenas y le salían
las palabras.
¿Qué sucedió
mujer que están haciendo acá? Dijo Daniel
Don Richard, Don Richard, ha vuelto y nos vio
bañarnos en el rio casi desnudos, a mi, y a Ángel, responde- Jacinta.
¿Qué, que? -Dice
Daniel.
Que don Richard
se ha enterado de nuestro secreto, ya lo sabe todo Daniel y me amenazo de
muerte, por eso estamos aquí ya no podemos regresar a la mansión nunca más,
regresemos con doña Dalia, ella sabrá que hacer, dijo –Jacinta.
Claro amor
vamos, ¡que tragedia hoy se nos acabó la suerte!, respondió Daniel.
Jacinta-
mientras vivamos Daniel luchemos por nuestro Ángel de luz.
Continuaron
aquella carrera ahora se les unió el padre, la madre, el padre y su procreación
corrían juntos como en estampida, corren la carrera de la vida literalmente.
El siguiente
día había llegado Richard había quedado sedado por todo el licor que el dia
anterior, por la furia ha consumido, baja gritando Maudiel, Maudiel, ya tienes
a esos desgraciados listos para mi,
Maudiel
responde, discúlpeme señor, no los hemos encontrado, toda la noche hemos
buscado por los alrededores y no aparecen por ningún lado.
¿Cómo es
posible que se te hayan escapado inútil? Gritó don Richard
Fuimos al
rio como nos indicó no encontramos a nadie allí y Daniel nunca volvió de casa
de doña Dalia, dijo Maudiel.
Vamos a casa
de Dalia, de seguro están con esa vieja indeseable, vamos aprisa prepárame mi
caballo dijo don Richard.
Raizad
escuchaba horrorizada lo que estaba pasando, también miraba a Raimunda reír al
ver que el amo Richard condenaba a muerte aquellos esclavos.
Daban ya las
diez de la mañana Daniel, Jacinta y Ángel, llegaron a casa de Doña Dalia, al
verlos ella corrió a su encuentro, ellos le contaron todo lo que había pasado y
que ya no podían esperar más, tendrían que huir de inmediato.
Yo les
ayudaré como lo prometí, no se preocupen yo les supliré todo lo que necesiten,
pero no se pueden quedar aquí, Richard vendrá a mi casa en primer lugar para
buscarles, Braulio y Rosa se encargarán de ustedes, Braulio y Rosa asintieron
con la cabeza, perdonen pero en este momento yo voy saliendo de urgencia, me llego un telegrama
urgente mi padre está muy enfermo, pero no se preocupen, todo está listo, se va
a ir al refugio secreto en la selva y todo les será suplido, pero vamos a prisa
que el tiempo nos gana ventaja, dijo Dalia.
En el camino
se encontraron don Richard y doña Dalia.
Viene doña
dalia grita Maudiel.
Detengamos
su paso, atraviesa a su paso la comitiva -- grita Richard.
Aquel
escuadrón bloquea el paso de carruaje de
doña Dalia.
Dalia
devuelve a mis esclavos, -- gritó don Richard
Vaya, vaya
si es el descortés Richard de Flades el Conde, a que esclavos te refieres
Richard, sabes que yo no tengo esclavos en mi casa, -- responde Dalia.
No te hagas
la que no sabes, Daniel estuvo en tu casa haciendo unos mandados y no volvió a
casa anoche y Jacinta con su hijo también desaparecieron, y como tu eres la
salvadora de esclavos, estoy seguro de que tú los tienes a mis esclavos. -- Dijo
Richard,
JA! Tus
esclavos, sabes que muy pronto será abolida la esclavitud, me alegro porque
hombres como tu ya no tendrán el poder sobre nadie, a Daniel lo despedí desde anoche, no se que ha
sido de él, si se escaparon de ti, que me alegro, pero yo no los tengo, y si yo
pudiera ayudarles con todo mi gusto lo haría. --Responde Dalia.
Qué pasa si
voy a tu casa y los encuentro allí, te acusaré de apoyar la fuga de esclavos o
que me los has hurtado, -- dijo Richard.
Dalia
responde.- lo sé eso lo has intentado desde siempre pero ve a mi casa y busca
donde quieras, te vuelvo a repetir en mi casa jamás encontraras un esclavo,
menos fugitivos, ve y revisa cada rincón te doy mi permiso. Decía esto porque sabía
que cuando Richard llegara a su casa Daniel Jacinta y Ángel ya se habrían
adentrado en la selva al refugio secreto.
No necesito
tu permiso, llevo una orden del juez para catar toda tu hacienda y eso haré, yo
se que tu tienes a mis esclavos o al
menos tienes que ver con su escape, -- dijo Richard.
Haz lo que
quieras Richard, pero ahora déjame pasar que llevo mucha prisa, con un asunto
personal. -- Dijo Jacinta.
Con un
gesto de Richard, liberaron el camino
para que el carro de ¨Dalia continuara su camino, mientras Richard y su
escuadrón se dirigieron a casa de Dalia, lleva resuello matar allí mismo a
Daniel y llevarse solo a Jacinta con su hijo de regreso a la mansión, al llegar
buscaron por todos los rincones de la casa de Rossi, el enfurecido Richard pega
un grito de frustración al no poder encontrar a aquellos fugitivos esclavos. Su
búsqueda se intensificó, su orgullo lo hacía ponerse más furioso, así los días
fueron pasando.
Dalia llego
con su padre, él estaba agonizando, Leo le cuenta, que fue al África por una
mercadería, pero allí se había enfermado, enfermedad mortal le habían
detectado, hicieron todo lo posible por salvarle la vida, a doña Dalia y a Leo
les toca sepultar a su padre y abuelo un infarto le llegó a don Idelfonso y se lo
lleva al mas allá, Leo decide seguir con el Dalia Marinera, como su abuelo
quiso. Dos años pasaron y Dalia se quedó solo con su
Leo, quien ahora así de joven ya era el capitán del barco, enterraron a un
padre y un abuelo muy amado.
En América
la abolición de la esclavitud estaba llegando, doña Dalia debía regresar de
inmediato, Leo yo me voy antes debo regresar porque nuestra lucha está dando
resultado la esclavitud será solo una horrible historia del pasado nos vemos en
unas semanas, le dijo doña Dalia a su hijo mientras lo abrazaba en el puerto
donde se estaban despidiendo.
Richard todo
el tiempo buscaba a sus esclavos, tiene determinado que debía matarlos antes
que fueran libre y ya no fueran sus esclavos, su furia crecía con cada hora y
cada día que iba pasando.
Al llegar de
regreso Doña Dalia recibe la peor noticia, Richard se ha enterado del refugio
secreto en la selva, está armando hombres para ir a cazar a los esclavos
fugitivos y todos a muerte están sentenciados, se cree que el ataque está
planeado par dentro de tres semanas.
¿Las
personas que están en el refugio ya están enterados? Pregunta Dalia a Rosa.
Ya señora ya
están enterados, le responde Rosa.
¡Imagino que
ya habrán escapado¡ dice doña Dalia
Rosa
responde, no doña Dalia se están armando ellos también dicen que ya están
cansados de esconderse o andar corriendo, que tienen derecho a defenderse y
lucharan hasta morir por su libertad.
¿Jacinta y Daniel Ya salieron de aquel lugar? Pregunta
Dalia
No señora,
ellos estaban enterados de su regreso y decidieron esperarle a usted para tomar
una decisión, dijo –Rosa
Está bien yo
voy encontrarme con ellos dile a Esteban
que me prepare mi montura y mi caballo el viene con migo, ordenó Dalia
Dalia partió
con Esteban uno de sus trabajadores hacia el refugio en la selva, Dalia no
sabía que fue Esteban quien reveló a Richard, el lugar de aquel escondite de
esclavos por una buena suma de dinero. Llegaron al refugio, Dalia platica con
los encargados de aquel lugar consultándoles si ya están resueltos en llevar a
cabo aquella fatídica decisión, a lo que ellos responden, si lo estamos, ella
trata de persuadirlos, ya que la abolición de la esclavitud está a punto de ser
firmada, por eso está ella ya de regreso en América, pero ellos dijeron, si
guerra quieren guerra obtendrán, y los que muramos seremos libres por la
eternidad, pero seguir corriendo nunca más.
Daniel
Jacinta vengan con migo, Dalia dijo a sus amigos, yo puedo llevarlos a otro
lugar, para que no tengan que pasar por esto, la abolición esta cerca, pueden
sobrevivir y ser libres, vámonos de este lugar.
Daniel- Doña
Dalia usted ha sido como un ángel de cielo par a nosotros, nos ha dado tanta
ayuda y no queremos seguir siendo una carga para usted, nos hemos enterado de
las barbaridades que don Richard dice nos hará cuando nos encuentre, nosotros
queremos proteger a nuestro Angelito , por favor llévese a nuestro retoño si
don Richard viene y no nos encuentra acá jamás dejaremos de correr y al menos que nuestro Ángel logre sobrevivir
que por esto hemos luchado todo este tiempo, que nuestro sacrificio, no sea en
vano, que Ángel pueda ser libre, totalmente libre, don Richard quiere a nuestro
Ángelito, si nosotros estamos entre los que atrapen o mueran mi ángel tendrá
una oportunidad, Doña Dalia veo que
viene con esteban, no se fie de él mi doña, dicen que fue él quien nos vendió.
¿Por qué
dice eso Daniel? Pregunta Dalia
Eso se dice
por acá señora, le dice Jacinta.
Esteban le
llamó Dalia a su empleado, por favor ve, de regreso a casa y dile a Braulio que
se venga para acá tu y Fermín van a comprar más provisiones, y lo que rosa
necesite en casa y pasan por el orfanato preguntando que necesitan y lo suplen
también por favor Esteban y me esperan en casa, ve apresúrate.
Cuando
Esteban se perdió entre la maleza les dijo doña Dalia a Daniel y Jacinta, si lo
que me dicen es verdadero, no tardare en averiguarlo y he de despedir a Esteban,
lo envié a hacer esto porque tengo un plan, Leo viene la próxima semana, me voy
a llevar a Ángel, Leo se devuelve el siguiente día y que Ángel se embarque en
el Dalia Marinera como tripulante y así podremos librarle de Richard, ojala no
se atrase mas la firma de la abolición de la esclavitud, Jacinta ve por tu hijo
se va con migo en mi caballo y si ustedes deciden irse y escapar de esto que
viene, no lo duden, que son bienvenidos en mi casa ya los saben, si señora Dice
Jacinta, yo mientras tanto inicio mis averiguaciones con Esteban.
Jacinta
corrió a donde estaba su Ángel, apresuradamente le comento lo que habían
hablado con doña dalia y arreglándole lo poco que tenia, le decía recuerda
criatura nadie debe enterarse del secreto, cuando la esclavitud ya no exista
mas, entonces podrás divulgar tu secreto, es por tu bien mi amado hijo, le
decía mientras le daba un fuerte abrazo y lloraban en la despedida, Daniel los
esperaba afuera y al salir se despidió de su amado Angelito, no sabían si se
volverían a ver.
Cuando
Braulio llegó, Doña Dalia les preguna
a aquellos fugitivos esclavos, ¿ya
estamos listos?, vio la maleta de Ángel y dice eso no va ser necesario, yo le
supliré lo que necesite pero nos vamos ya, debo llevar a Ángel con uno de mis
amigos porque era verdad, Esteban es un traidor, no debe enterarse que Ángel
salió de aquí con migo vamos hijo le dijo mientras se subían al corcel.
Salieron de
aquel lugar, por un camino diferente del que habían llegado, temiendo una
trampa al regresar, el destino ya estaba echado Ángel huía una vez más, pero
esta vez, de sus padres se había separado, en el camino, Doña Dalia fue
contando a Braulio todo lo que estaba pasando, Lo Sabia le dice Braulio, había
algo en ese Esteban que jamás de dio buena espina, yo tengo una chocita cerca
del puerto, podemos llevar a ángel para allá, si usted gusta, está bastante
escondida y es muy segura, claro, me parece la dice Doña Dalia, Ángel te
llevaremos para allá y no te preocupes yo haré que tengas lo necesario y que no
te falte nada. Ángel responde, gracias Doña Dalia, es usted muy buena, prometo
no causarle problemas, pero dígame por favor, ¿es muy difícil acostumbrarse a
la vida como marinero?
Todo es
cuestión de tiempo, al principio si te será un poco difícil pero con los días
serás un experto en la vida sobre el mar, además mi hijo es el capitán, estarás
seguro y el te ha de apoyar, ¿recuerdas a Leo mi hijo verdad? Jugaban juntos
cuando eran unos niños muy pequeños. Dijo Doña Dalia
Ángel
responde- No tengo muchos recuerdos con sinceridad, pero si su hijo es como
usted también ha de ser muy bueno.
No deja lo
bueno, es buenísimo y muy bien parecido, a cada puerto que visita dicen que
tiene una novia, entonces pienso es bueno pero es un don Juan mi Leo, dice Doña
Dalia con una sonrisa en su rostro.
Unos días
pasaron, el dalia marinera estaba atracado listo para llevar consigo a Ángel,
el plan ya estaba hecho, todos los documentos listos, solo esperaban el momento
en subir a bordo a un nuevo tripulante, pero, sorpresa Richard y su coalición
atacan el refugio secreto en la selva así de repente se arma la balacera como
una guerra gritos y decesos, Richard busca lo que por derecho le pertenecía, se
había enterado que en pocos días se firmaba el acuerdo para abolir la
esclavitud, por eso decide irrumpir en aquel lugar, que bien que, ya estaban
preparados los esclavos fugitivos de aquel refugio que ya no era un secreto, Braulio recibió la orden de doña Dalia ve por
ángel y llévalo con Leo pero que no suba solo, si no acompañando acompañado con
la tripulación, la guerra entre amos y esclavos de ha desatado. Entonces
Braulio cumple a cabalidad lo que se le había ordenado.
Ángel, el
Duque y su coalición han atacado el refugio debo llevarte al Dalia de
inmediato, dice Braulio cuando llega a su cabaña.
Mis padres
como están, están bien verdad, yo no me puedo ir sin mis padres están corriendo
peligro, dijo Ángel
No te pongas
terco muchacho tonto, tus padres están haciendo esto para que tu logres vivir,
no desprecies el sacrificio de tus padres y vámonos ya, no sabemos cómo están
las cosas en el refugio solo sabemos que están siendo atacados, anda vamos que
el barco está por zarpar.
Con lagrimas
en sus ojos y gemidos acallados Ángel lloraba por sus progenitores no sabiendo
que iba a pasar, pero decidió embarcarse, y así cumplir el sueño de sus padres
de verle a él en libertad.
La coalición
de Richard ya están dentro del refugio en su camino, se apareció Daniel el
padre de Ángel, herido por la balacera, ¿Donde está tu mujer y tu hijo maldito
esclavo? Le grita Richard.
Daniel-no lo
sé, ni aunque lo supiera le diría.
Richard no
lo pensó y le dejó ir una bala entre los ojos con todo su coraje; el padre de
Ángel ha muerto; solo me falta encontrar a esas dos personas malditas, Jacinta
y su engendro, se dijo el malvado y asesino Richard de Flades.
La balacera continúo
muchas víctimas en aquella batalla cruel y sin cuartel.
Braulio
llega con Ángel al barco, donde está su capitán, preguntó, en seguida viene les
respondieron, de repente aparece el capitán, allí está le dice alguien mas,
Joven Leo,
este es el encargo de su madre dijo Braulio.
Si recién
estuve hablando con mi madre ya estoy completamente enterado en pocas horas
zarpamos, por favor vamos a bordo Ángel -- dijo Leo, dile a mi madre que me
mantenga al tanto de la situación con los esclavos, que le diga a Jacinta y a
Daniel esperando que sobrevivan, que su hijo estará a salvo con migo, que
pierdan cuidado.
Claro joven,
yo le diré a doña Dalia con mucho gusto, les deseo un bendecido viaje y
esperemos vernos pronto.
Aquel barco
zarpó hacia Europa, mientras en el refugio se llevaba a cabo una sangrienta
batalla, Richard buscaba frenéticamente a Jacinta, los esclavos estaban siendo
masacrados por rebeldes e insubordinados decían sus asesinos, Jacinta estaba
escondida en un arbusto cuando vio que Richard de Flades se acercaba a ella
intento salir corriendo, pero aquel desalmado sin compasión le disparó a la
pierna, hiriéndola en el acto, Jacinta cayó al suelo gritando de dolor
apretándose la pierna izquierda, exactamente donde había entrado la bala, al
fin te encontré maldita esclava, eres una mentirosa ,sabes cómo está tu Daniel
por mentiroso, muerto, con una bala en medio de los ojos, ahora dime tu, ¿en dónde está tu cria? No creas que
no le vi en aquel rio bañándose casi desnudo junto a ti, ¿dime dónde está?
Jacinta
dijo.- No se donde está en estos momentos, y ni aún si lo supiera se lo diría,
yo se como es usted, usted es un maldito degenerado, gracias doy que mi hijo se
encuentra lejos de sus garras, si quiere matarme hágalo, que espera.
Richard le
dio una tremenda bofetada a Jacinta que la hizo enterrar el rostro en el polvo,
maldita embustera, le grita, nunca estuviste marcada por ninguna cicatriz, eres
una bruja y como bruja te voy a quemar, pero dime donde está tu Ángel y te
perdono la vida.
Jacinta-
Usted es un mentiroso y un hombre malvado muy cruel por eso fingí con mi
maquillaje estar marcada de mi rostro, para que usted me viera despreciable, y
lo logre estoy feliz de que ahora me vea como me ve, viejo cochino, jamás podrá
ponerle una mano a mi hijo, máteme ya viejo malvado, porque mi Ángel ya está
muy lejos de su mano.
Richard- No
te voy a matar esclava maldita, desde hoy vas a pagar todas tus mentiras y
cuando me canse de ti te voy a quemar como una bruja. Esto le decía mientras la
arrastraba halándola hacia el lugar en donde estaba tirado Daniel y al llegar a
ese lugar de un empujón la avienta sobre
el cadáver de Daniel, allí está tu maridito bien frio.
Jacinta lo
reconoció y con un llanto amargo abrazó el cadáver que aquel hombre que tanto
había amando, ahora todo había acabado, pasaron unos de la comitiva y le
dijeron al Conde, señor encontró a sus esclavos, Richard respondió, si los he
encontrado, el de la comitiva le dijo casi todos los esclavos hemos diezmado,
los herido y los que se entregaron serán devueltos a sus amos creo que ya hemos
acabado, Muy bien logrado dijo Richard entonces vámonos, subió a Jacinta a uno de
los caballos y la llevó con él a la misión
de Richard de Flades, Cuando llega a casa con Jacinta ensangrentada y
golpeada Raizad veía horrorizada, mientras que Raimunda se condolí también Raimunda había cambiado, don Richard
llevó a Jacinta a un establo y allí abusó de ella, cobrando así el engaño de
todos aquellos años, estuvo muchas horas en aquel lugar flagelando a aquella
pobre mujer herida y adolorida, Raizad se quedó esperando hasta que el amo
salió de aquel establo, vio que don Richard entrara a la mansión y fue a ver
como ayudaba a su amiga que había vuelto herida y sangrando, al entrar vio a
Jacinta totalmente desnuda y desangrando, corrió hacia ella y con cuidado le
abrazó e intentó consolarle.
Amiga hasta
cuando puedo verte, y mira en qué condiciones
te ha dejado, que pasó con Daniel y tu hijo, pregunta Raizad a Jacinta
Jacinta-
Daniel murió el amo lo mato de un tiro en medio de los ojos, yo lo vi ya
muerto, mi hijo logró escapar, pero yo volví al infierno de este lugar, fui
baleada golpeada y abusada por don Richard, gracias amiga por estar con migo en
ese momento
Raizad- con
gusto lo hago amiga, te voy a ayudar con la bala, cuanto lo siento, ¿que mas
puedo hacer por ti dime?
Jacinta-
amiga no quiero que te metas en problemas con el amo, pero si pudieras poner al
tanto a doña Dalia,
Raizad- no
te preocupes por mi amiga yo no corro peligro aun tengo la protección de mi
padre, yo iré a poner al tanto a doña Dalia con gusto, sabes mi padre me
prometió que me llevará con él a España
al abolirse la esclavitud.
Jacinta- que
bien amiga me alegro por ti, pero por favor ve y dile a doña Dalia lo que nos
ha pasado por favor.
Richard
roncaba en su cama, mientras Raizad curaba las heridas de Jacinta, en el
refugio se contabilizaban los muertos y se encarcelaban los sobrevivientes y
heridos esclavos, Doña Dalia espera por noticias en la seguridad de su hogar y
Ángel se encontraba mareado y desconcertado
en alta mar junto a Leónidas y su tripulación y Daniel había cruzado el umbral
y nunca más podría regresar. Raizad
llevo la noticia a doña Dalia sobre sus
amigos esclavos, quien al enterarse no lo podía creer, inmediatamente, busco la
manera de agilizar la abolición del la esclavitud, Jacinta no podía seguir en
las garras de aquel despiadado animal.
Cuatro días
habían pasado Jacinta se recuperaba milagrosamente gracias a los cuidados de
Raizad, su tortura no termina era incesante, aquel despiadado hombre la
flagelaba preguntado donde está tu Ángel, pero Jacinta callaba, por más dura
que fuera la tortura aquel hombre jamás debía enterarse donde estaba su hijo.
Dalia se enteró
que Esteban además de su traición se había confabulado con don Richard para
acusarle de perpetrar las fugas de muchos de los esclavos que se habían escapado
de sus amos, Dalia no podía hacer mucho mas ya, al séptimo día de aquella
masacre de esclavos dalia fue detenida para ser juzgada por los crimines que se
le acusaban, Dalia encargo a sus mejores contactos y amigos proseguir con el
trámite de abolición , no podían dejar pasar mas tiempo, con ella en la cárcel,
no iban a detener aquel especial tramite, Richard estaba haciendo todo lo
posible por lograr una condena en contra de Dalia, mientras se aclaraba la
situación Dalia estaba en prisión.
Jacinta es
acusada de brujería, Richard apoyado por las evidencias que ahora ya no se veía
desfigurada o marcada, dijo que ella era una poderosa bruja, con la ayuda de
Maudiel logran condenar a la hoguera a Jacinta, Dalia no puede ayudar a Jacinta desde la cárcel por lo que al
enterarse de tal cruel noticia, ruega desde la cárcel que su amiga no tenga tan
cruel final, pide a sus amigos que hagan todo lo posible para lograr la
liberación de Jacinta lo más pronto posible. Ahora el tiempo y la situación les
está jugando una muy mala jugada, todo iba tan bien, el regreso de Europa de
Richard lo había estropeado todo, Daniel muerto, Jacinta condenada a morir en
la hoguera acusada de brujería y ella en prisión, los planes habían dado un
vuelco de ciento ochenta grados, al menos Ángel estaba a salvo como deseaban
sus padres.
En el mar,
un mareado Ángel, uno de esos días, mira solo,
al sol ocultarse Leo lo ve desde lejos como desconsolado y decide
acercarse para platicar un rato.
Leo-Hola
Ángel te veo muy acongojado ten ánimo y
recemos para que obtengamos buenas noticias, con mi madre quedamos que al
contar ella con noticias nos estaría
informado de inmediato
Ángel-
Gracias joven Leo, no se cómo podremos pagarles tanta bondad a usted y a su
madre
Leo- <No
nos deben nada, para mi madre y yo es un gusto poder ayudarles, y por favor
solo llámame Leo , somos amigos desde la infancia no se si recuerdas cuando jugábamos en los jardines de mi casa
Ángel-
gracias joven, perdón Leo, no tengo muchos recuerdos de esas épocas, pero gracias
por todo.
Leo- no te
preocupes es un gusto, de seguro no recuerdas porque estabas más pequeño te
llevo unos años, pero yo siempre seré tu amigo yo te voy a enseñar el oficio de
un marinero como mi abuelo me enseño a mí y tendrás un tutor como yo.
Los días
fueron pasando, Leo y Ángel de Luz se lo pasaban muy bien en aquel enorme
barco, jugueteaban como dos niñitos cuando estaban solos y solo si, el trabajo les dejaba algún chance,
esperaban noticias de Doña Dalia, madre de Leónidas, respecto a la suerte de
los padres de Ángel. El ultimo telegrama recibido era demasiado perturbador,
las noticias eran desagradables, todo se había ciado, Leo Sabia que por nada de
lo que había ocurrido podían regresar con Ángel, además en la carta leían que Doña Dalia
estaba siendo cuidada por los mejores amigos que tenias y que están trabajando
para apoyar a su madre, eso le daba mucha tranquilidad, a su vez Ángel estaba muy triste por la muerte de su padre y Saber que
su madre iba a morir en la hoguera, sentía morir, pero había prometido que sería
libre, por el mismo y por sus padres
también.
Ángel—Leo
podríamos regresar a casa, no me importa lo que pase con migo, regresemos por
favor, mi madre será quemada en la hoguera y tu madre está presa, por favor
volvamos.
Leo—No es
posible Ángel, yo se la situación en la que están allá, pero recuerda lo que
esta sucediendo, con tus padre y mi madre, es para que tu puedas estar libre.
Ángel—Leo
por favor volvamos, no me importa morir, pero quiero hacerlo defendiendo a mi
madre al menos
Leo – No
Ángel no podemos volver entiende, tus padres y hasta mi madre puede morir para
darte la libertad y si volviéramos, no podrás hacer nada, porque a ti también
te buscan como esclavo no llegaríamos en tiempo prudencial, te apresarían de
inmediato al llegar a puerto y hasta podrías morir, y yo también contigo, por
favor permite que el sacrificio de tus padres no se en vano, se libre para ti y
por ellos como me has dicho que les
prometiste. Llora, SI, llora, yo se que es terrible, pero nada podríamos hacer
al regresar.
Leo abrazó a
Ángel fuertemente, mientras él lloraba inconsolablemente por lo que estaba
sucediendo en su familia, lloraba como un pequeñín que no quiere ser consolado,
Leo al ver a su amigo llorar, se le aguaron los ojos mientras lo abrazaba, pero
no soltó ni un solo sollozo, para no hacer sentir aun peor a Ángel , pero sí que le brinda el mayor consuelo que puede
mientras le abrazaba afablemente, también compungido, por la situación de su
madre, pues no sabía cómo iban a proceder las autoridades, con respecto al caso
con el que se le había acusado a Dalia.
Los días
seguían su curso, Leo y su tripulación consolaban y animaban a Ángel, mientras
Ángel se dedicaba al estudio de las leyes de su nación junto a Leo teniendo la
esperanza de poder ayudar a Doña dalia
al tener la oportunidad de volver a su nación.
Un
inesperado día, la noticia tan esperada por Dalia y todos los esclavos que
luchaban por la libertad, llegó, Libertad a Los Esclavos, aprobado y decretado,
todos los esclavos deberían ser liberados y si seguían en las casas de sus
amos, debían recibir un sueldo por sus labores dentro de las mansiones. La
fiesta y la algarabía resonaba por las calles, Dalia muy alegre en su prisión,
acusada de sedición y hurto con agravantes, permanecía dentro de reformatorio
mientras se presentaba todas la pruebas en su contra y se dictaba alguna
sentencia. Aun día de que se cumpliera la sentencia en contra de de Jacinta, un
milagro, eso era, se decía Jacinta al recibir la noticia que ya era una mujer
libre de la esclavitud, aunque condenada por bujería, al menos la esclavitud
había sido abolida, la muerte de Daniel y de muchos de lo que estaban a favor
de la abolición estaba dando su fruto, pero una luz brilló, la sentencia fue
aplazada porque ya Jacinta como mujer libre podría apelar y luchar por su
libertad, Dalia al enterarse de dichas buenas nuevas, solicitó a sus abogados
que llevaran el caso de Jacinta, por lo que el día en que Jacinta debía morir
por bruja como esclava, se llevaría a cabo un nuevo juicio en donde como una
mujer libre expondría las razones por la cual se hacía parecer abominable antes
sus malvados amos haría una demostración y
como era que lo hacía, el caso estaba ganado eran las expectativas de
los abogados.
Richard
presenciaba aquel juicio, rabioso furioso, lo que había esperado, se le
escapaba de entre las manos, él ansiaba ver morir a Jacinta derretida entre las
llamas, según él, porque así pagaría todo lo que le había robado mientras se
disfrazaba como desfigurada. Las pruebas y los argumentos presentados
convencieron al jurado, el veredicto, INOSENTE, no cabía duda lo que estaban pasando aquellos benévolos personajes en las fechas
anteriores, sólo parecían como un pequeño susto, un pesadilla de la que están
despertando, la felicidad en el rostro de los que apoyaban a los esclavos de
notaba a leguas¸ mientras los acusadores junto a Richard se sentían humillados,
el rostro de furia en el Sr. De Flades no daba para más. Los tres días que duró
aquel juicio fueron casi eternos pero la victoria para Jacinta, Dalia y el
Fallecido Daniel había llegado su Ángel ya no era más esclavo era libre, esto
resonaba en los pensamientos de Jacinta, al fin somos libres, su sonrisa era de
mucha satisfacción, el sufrimiento y el miedo casi quedaban en el olvido por
completo. Richard casi explotaba de lo furioso, él aun era un peligro, Dalia lo
sabía por eso ordenó que custodiaran a Jacinta todo el tiempo que fuera posible
y necesario.
Richard le
da una orden a Esteban.
Ve tras
Jacinta y cuando tengas la oportunidad le das un tiro en la cabeza, yo quería
ver arder en el fuego, pero me basta con que muera, ve i no me falles, mátala.
Mientras abre una carta que recibe desde Europa de parte de la esposa de Xavier
Cortázar, Richard espera que Esteban se aleje y comienza a leer, en la carta
decía que Judith su esposa había Fallecido en un incendio ocurrido en un hotel
de Praga, allí falleció calcinada junto a su esposo Xavier Cortázar en una cama
en la habitación ochocientos ocho, ambos en la misma cama, si no viene por el
cadáver de su esposa, será sepultada en fosa común. Que la tiren a la calle si quieren,
se dijo Richard, tengo cosas más importantes ahora, sabiendo al fin el negocio
que su esposa tenia con el Sr Cortázar y mientras planeaba su siguiente
movimiento.
Esteban teme
a las autoridades y vuelve a don Richard y dice – pero Don Richard que pasa si
las autoridades se enteran.
Richard –
Por las autoridades no te preocupes Esteban, cúmpleme y te vienes directo con
migo y te sacaré de este país, sólo no me falles.
Esteban – Confío
en usted Sr. De Flades.
Jacinta
salió total y completamente libre de aquel palacio de justicia, al salir
extendió sus brazos y pegó una bocanada de su nuevo aire de libertad, viva, al
momento, y al fin libre. Unos guardias y los trabajadores de la casa de Doña
Dalia la llevaron a la casa Di Rossi, bien custodiada, como un prominente
político, así partió en un carruaje, la ahora libre, Jacinta. Esteban acechaba
en el camino, esperando poder cumplir con la orden de Don Richard, adelantando
en el camino, cuando la comitiva pasaba por donde él estaba al asecho,
escondido, Esteban buscó el momento más preciso y le disparó a Jacinta en
repetidas ocasiones, pero falló, en vez de pegar en Jacinta las balas, algunas
hirieron a uno de los guardias que iban en la comitiva, Esteban al ver su
falla, intenta darse a la fuga, pero es perseguido por los militares de la
comitiva, y entre disparos y carreras de caballos, a la distancia un disparo
atraviesa el corazón de Esteban por la espalda, cayendo éste al suelo
estrepitosamente, Esteban murió en aquella fallida huida. Jacinta llegó a la
casa Di Rossi, sana y salva, donde la esperan sus amigos y Riazad con una mega
gran noticia, el padre de Raizad se la llevaba con él, Raizad era la única hija
de aquel hacendado que la había engendrado muchas años atrás y ahora también
Raizad era la única heredera; que felicidad, las cosas no podían ir mal, lo
lamentable, Doña Dalia aun estaba en prisión, desde allí nunca se había
olvidado de su promesa y desde allí coordinaba y pudo seguir trabajando y lograr
su cometido, pero pondrían todo de su parte para lograr que la señora buena,
Doña Dalia, saliera en libertad, así el gozo seria pleno para todos, Jacinta,
contaba los segundos para poder ver y
abrazar a su Ángel, con orden de la señora Dalia se realizo una gran
fiesta, Todos los ex esclavos estaban invitados, a esa fiesta, llegó Raimunda,
a esa fiesta, le pidió perdón a Jacinta, Jacinta por tener un buen corazón le
perdonó completamente porque Raimunda también le había ayudado mientras estuvo
siendo masacrada por don Richard, Raimunda prometió mantener informada a
Jacinta de los planes de don Richard de Flades en, aquel dia con su noche no
había espacio para el miedo, el rencor ni los pesares, era un día de fiesta de amor y de perdón.
La tormenta y la oscuridad de la
noche
Esta fue la
noticia que recibieron Leo y Ángel en alta mar. Los jóvenes no cabían de
felicidad por lo que con euforia comenzaron a gritar y saltar con júbilo una
batalla se había ganado, aquellos jóvenes gritan y brincan frenéticamente en
altamar, tanto que Ángel colisionó con Leo haciéndolo caer y a su vez caer
sobre de Leo, sus rostros quedaron frente a frente, las risas pararon, solo una
sonrisa en los labios, y una mirada profunda entre aquellos dos jóvenes, la misma
mirada que se había hecho notoria en un par de ocasiones entre aquellos jóvenes
amigos, una nerviosa y una tensa mirada, extraña mirada, Leo frunce el ceño y
de un aventón enojado se quita a su amigo de encima suyo.
Ángel se
levanta muy nervioso y avergonzado, dice, Discúlpame Leo, la euforia me ganó y
no me di cuenta que te botaba, además te caí encima, mis disculpas.
Leo
responde, no te preocupes, ninguno nos dimos cuenta, ambos fuimos culpables,
pero ya dejemos ese accidente a un lado y planeemos nuestro regreso a casa, ¿Te
parece?
Ángel –
Claro nuestro regreso, que emoción, Leo, mi madre viva y libre completamente,
lo puedes creer, ahora volvamos y luchemos por la libertad de tu madre.
Leo -- Claro ahora debemos enfocarnos en eso, en la
libertad de mi madre, todos estos días de estudio de las leyes que hemos
tenido, creo que podremos ganar el caso.
Ángel
-- si, esperemos regresar pronto, por
cierto ya te hace falta un recorte de cabello y barba
Leo – Si es
verdad, ya parezco un ermitaño cavernícola, jajajajaja, pero mañana te pido si
me ayudas con el recorte
Ángel
-- Con gusto amigo, pero tengo que
decirte algo muy importante, ahora que la esclavitud ha sido abolida…
Leo – Si,
pero dímelo otro día, estoy muy cansado ya es muy tarde vamos a dormir,
Ángel – ¡Leo
pero es algo importante y tengo que decírtelo!
Leo -- Otro día, si por favor Ángel, estoy muy
cansado y ese golpe que me diste casi me noquea, si por favor, vámonos a
nuestros camarotes y dormimos.
Ángel –
Claro amigo, otro día será.
Leo partía
hacia su camarote mientras Ángel se quedó toda la noche soñando y contemplando
las estrellas, se quedó pensando en esos momentos donde Leo le regala una mirada
muy tierna, pero también profunda que se vuelve tensa entre los dos, pensaba,
que será lo que Leo piensa de esas miradas extrañas.
Raimunda
notifica a Jacinta que el Sr. De Flades ha resuelto matarle a como dé lugar,
por lo que doña Dalia decide cambiar cada poco de lugar de residencia a
Jacinta, para evitar que el Duque la encuentre, mientras ella, doña Dalia,
también esperaba el momento en que pudiera llegar a una resolución con su caso,
Jacinta y Dalia esperaban con muchas ansias el regreso de sus hijos que ya hace
muchos días se embarcaron, dos años hace ya que todo aquello había pasado, pero
no podían volver aquellos jóvenes, porque para poder mantenerse alejados de su
país, mientras se aprobaba la abolición de la esclavitud se habían comprometido
con muchos negocios, que les mantenían alejados, pero el día de su regreso
estaba cercano.
En el Dalia
Marinera los días pasaban con normalidad , Ángel a sus diecisiete años era una
persona marinera y preparada en leyes, esos momentos de tensión seguían sucediendo,
los rumores de que algo extraño se estaba desatando entre los jóvenes corrían
entre la tripulación, a Ángel no le molestaba en lo absoluto, pero a Leónidas
no le hacía mucha gracia.
El día de
otro recorte de cabello llego, Ángel se había vuelto diestro para éste oficio
por lo cual era el peluquero de todos los tripulantes en el Dalia Marinera,
pero en esta ocasión, le tocó el turno a Leo, otra vez.
Ángel le
dice; ahora te vez, como uno de esos hombres del medio oriente, amigo.
Leo – si lo
sé ya me urge un recorte, por favor señor peluquero haga su magia en mi, jejeje
Ángel
-- con gusto señor capitán, respondió
con una amplia sonrisa en sus labios, mientras Leo se acomodaba en la silla.
Ángel
comenzó con su trabajo, primero el cabello, muy con cuidado recortó el cabello
de Leo y posterior procedió con la barba, mientras platican de lo cerca que están
por regresar a casa, en la plática estaban y Ángel perdió la concentración y la
precisión y causo una pequeña herida en la mejilla de Leo, ¡Ay! Exclamó Leo,
Ángel
-- Leo lo siento, dijo mientras con su
dedo limpiaba la sangre que brota de la herida de aquel rostro completamente afeitado
únicamente un pequeño hilo de sangre lo mancha, corrió por un paño y poco a
poco la sangre fue mermando, cuando ya apenas y salía sangre, con su pulgar
acariciaba la pequeña herida en el rostro de Leo, aquella mirada volvió a
surgir después de algunos días que ya no se le era permitida surgir, sus ojos
se clavaron, la tensión volvió, Ángel aprovecha aquella ocasión y pregunta:
¿Leo, por
qué me miras así?
Leo -- ¿Así
Cómo?
Ángel
-- ¡de esa manera!
Leo -- ¿Cuál
manera? No te entiendo Ángel!, sabes que, yo soy el que ya está cansado de esas
miraditas, no me gusta lo que se está comentando entre la tripulación, no está
bien y lo sabes,
Ángel – Si
lo sé Leo, pero permíteme confesarte algo de mí, por favor
Leo – Ángel,
no, no quiero escuchar nada, no quiero enojarme contigo, sabes que no es
posible nada entre nosotros, nada me puedes decir que me haga cambiar de
opinión, sabes al llegar a casa, debes buscar algo más que hacer, para evitar
la habladuría de mi tripulación he decidido, ya no subirte a mi barco,
Ángel – pero
Leo déjame explicarte algo, yo se que está muy mal en que algo entre tu y yo
pase algo, todas esas veces cuando jugueteamos y llegamos a esa situación incómoda
me ha obligado a hacerte esta pregunta, no creas que no me incomoda y me tensa,
pero necesito me escuches y me des una respuesta por favor.
Leo -- no insistas Ángel, no quiero escucharte mas,
es más, tu y yo no nos vamos a encontrar más en éste enorme barco, hay
suficiente lugar, para no vernos nuca mas, esto que sucede me incomoda mucho,
jamás había pasado eso con migo, jamás, me tensas e incomodas tanto que hasta
me duele pensarte.
Ángel – pero
Leo quiero que me escuches, tengo algo importante que decirte, yo también estoy
pasando por lo mismo pero si me dejas explicar será bueno para nosotros.
Leo -- Calla ángel, no quiero escuchar mas, nunca debí
decir lo que dije, pero es la verdad, jamás me había pasado esto, solo contigo
me vino a suceder esto, y no quiero que siga sucediendo, hasta siento que te
odio y me odio también por odiarte, basta ya, no me vuelvas a buscar, yo no te buscaré
a ti mas y así nos evitamos esto, que no, nos es licito, yo en proa tu en popa,
tu a estribor yo a babor, yo sobre cubierta tu bajo cubierta , evitemos
encontrarnos por faovr, no quiero reaccionar de una manera feroz o equivocada
contra ti, por favor evitémoslo, te quiero si, pero como mi amigo o hermano.
Ángel – Leo
por favor….. dijo-- mientras lo tomaba de uno de sus brazos con toda su fuerza.
Leo –
suéltame por favor no quiero golpearte, entiende no quiero escuchar ningún
plan, me voy, en cinco días zarpamos a casa y gracias que esto se acaba de una
vez y para siempre.
Ángel – Leo
por favor déjame explicarte algo, decía mientras caía de rodillas llorando y
gritando a Leo que no se fuera sin escucharle, algo importante que tenía que
decirle, pero Leo nunca le da esa oportunidad.
Jacinta, se
debía mover a cada poco tiempo de un lugar a otro evitando la cacería que
Richard había emprendido en contra de ella, como fugitiva, su paz no duro
tanto, por esa cacería el caso con Dalia de Rossi se había quedado en el
olvidado. Tanto fue el afán de Richard de Flades que un día encontró a Jacinta,
dio con la dirección exacta donde se alojaba, vigiló tanto hasta que pudo
encontrar la manera de poder raptarla, en una noche que Jacinta volvía tan
tranquila, de una reunión donde ella brindaba charlas de ayuda, baja del bus,
como siempre a dos cuadras del la casa donde habita, Richard ya estaba allí
esperando por ella, Jacinta ya caminando descuidada del peligro que le acecha,
camina tranquilamente, Richard se para por donde ella iba un poco adelante, de
repente Jacinta levanta la mirada y ve a Richard, se queda unos segundos
petrificada, de pronto Richard inicia a dar pasos, ella instintivamente decide
volver de donde venia corriendo, pero al ver que no hay quien le brinde ayuda
ve un callejón medio oscuro a donde decide correr para intentar salvar su vida,
Richard viene tras ella decidido a quitarle la vida, Jacinta corre como aquella
vez cuando corrió desde aquel rió donde Richard vio la persona totalmente
desnuda de Ángel su hijo, ella corría con toda su fuerza pidiendo por ayuda,
pero se encontró en un callejón sin salida, ni una sola alma que pudiera escuchar
su suplica, Jacinta grita desesperada, como un ciervo cuando se ve ya en las
fauces del felino feroz, no tenía nada con que defenderse, Richard estaba sobre
ella deteniendo poco a poco la velocidad de su carrera, como fiera que caza es
aquella ecena, una risa maléfica y diabólica le muestra a Jacinta.
Richard –
Maldita y mentirosa esclava, al fin te encontré, sabes, hasta hoy gozaste,
porque hoy vas a morir.
Jacinta –
Por favor Don Richard ya olvide el pasado y déjeme ser libre, no me mate, por
favor
Richard
-- Yo jamás olvido a alguien que me
engaña y me roba, no implores piedad porque no la tendré
Jacinta – Lo
sé, pensé que el tiempo lo había cambiado, pero el diablo nunca cambia, porque
eso usted, pero puede matar mi cuerpo, pero mi alma siempre seré libre.
Richard – A
ti no te tendré pero a tu Angelito si que lo tendré, ya se donde está, ya sé
con quién ha estado todo este tiempo, pero muy pronto estará con migo.
Jacinta –No!
Mi Ángel no!, pero no se le olvide que la esclavitud ya fue abolida ya hace
mucho tiempo ya, no puede hacer nada con mi Ángel como esclavo
Richard – Lo
sé, pero no será como mi esclavo, no se te olvide que puedo hacer mucho y quedarme
con mi gusto y al encontrarlo será mi mayor prueba para poder refundir a tu
protectora Dalia en la cárcel hasta que muera allí, podrida, llévate eso a la
tumba.
Detonaciones
de arma irrumpieron el silencio de la soledad de aquella triste noche, Richard
mató de seis disparos a Jacinta, uno en la frente, otro en el corazón y cuatro más
en diferentes partes del cuerpo.
Doña Dalia
su madre nos nos a que le enviemos ésta noticia desde la cárcel. Este fue
también el mensaje contenía el telegrama que recibió Leo ya volviendo a casa,
enterándose del triste final de Jacinta ¿qué hago? se preguntaba Leo ¿cómo le
digo esto a Ángel? se pregunta Leo, ya que Leo está ocupado en su que hacer lo más
alejado de él como se lo había pedido, tengo que ser yo quien de ésta terrible
noticia, se decía así mismo.
Teniente ¿sabe
usted dónde se encuentra exactamente Ángel?, pregunta Leo el capitán a su
teniente que tiene su misma edad.
Teniente
-- mi capitán se encuentra haciendo
recorte de cabello al contramaestre, ¿necesita que lo envíe con usted mi
capitán? Pregunta el teniente.
No, no se
preocupe Teniente, tengo una trágica noticia que darle yo voy donde está para
dársela personalmente, la madre de Ángel ha fallecido, y no sé cómo vaya a
tomar esta noticia, responde Leo, fue al lugar de siempre donde realizaban
recortes, a buscar al joven, no lo encuentra allí, de momento pasa otro de los
tripulantes y le pregunta, si vio a Ángel, si responde el tripulante, lo vi
entrar en el camarote del contramaestre, gracias, dice el capitán. Leo se preguntó
¿Por qué ángel tendría que ir hasta el camarote del contramaestre, que raro, y
se dirigió a dicho camarote, apresuradamente para dar la noticia y cerciorarse
que todo está bien, llegando y llama diciendo ¿contramaestre se encuentra usted
por acá? ¡Si capitán por favor pase adelante esta abierto, dice el
contramaestre. Me comentaron que Ángel estça con usted, si acá estoy mi capitán
responde ángel. Ángel podemos hablar un momento, claro mi capitán, solo deme
unos segundos y termino de afeitar al contramaestre y voy, responde Ángel. Mi
capitán pase adelante, dice el contramaestre. No mejor espero, es algo muy
importante y delicado de debo platicar con ángel y deseo que sea a solas
gracias, espero acá. Ángel termina su trabajo con el contramaestre y sale del
camarote.
Ángel
-- Mi capitán tantos días sin verle,
cumpliendo con lo acordado entre los dos, necesita le haga un recorte, veo que
ya lo necesita
Leo -- No ángel, gracias pero no necesito un recorte
de cabello ahora, ¿Por qué has venido hasta el camarote del contramaestre a
realizar recortes, acaso no tenemos un área designada para eso?
Ángel – Sabes,
que el contramaestre se le torció un tobillo y no puede movilizarse con
facilidad verdad, o ¿Es que a él también lo alejaste de ti y no lo has visto
como a mí?
Leo –
disculpa mi pregunta y olvídalo, tengo algo muy importante que debo decirte de
inmediato, debe ser en privado, por favor vamos a tu camarote.
Ángel
-- ¿ A mi camarote, no es que, no quiere
que me ven junto a usted Por qué no, mejor me lo dice aquí?
Leo – Es
algo muy serio Ángel y prefiero sea en privado, ¿vamos por favor?
Ángel –
¡Claro sígame!
Aquellas dos
personas se dirigen al camarote de Ángel, en el camino Leo tras Ángel iba
pensando cómo le diría aquella triste y cruel noticia a su amigo, después de
varios días que le había pedido se separaran para siempre para evitar, aquellos
encuentros y miradas tensas y extrañas y las habladurías de la tripulación, Leo
está enojado, acongojado y confundido por aquellos eventos. A su vez Ángel está
pensando que, Leo le va a decir que va a acortar el abismo que abrió entre los
dos, pensaba que había recapacitado después de aquellos días y que volverían a
compartir como antes, él iba emocionadamente entusiasta, pero lo sabia
disimular, no quería incomodar a su amigo, planeando decir lo que tanto había
tratado de confesar a Leo, llegaron al camarote, ingresaron y Leo cierra la
puerta tras y dice:
Lo que tengo
que decirte es muy duro, no sé cómo lo vayas a tomar, vine todo el camino pensando
como decírtelo pero no encuentro palabras.
El rostro de
Ángel se demudó al escuchar la palabra duro, toda su fantasía se borro de su
pensamiento, no sabía que esperar, a ver dime, le dijo a Leo.
Recién
recibí noticias de casa por telégrafos, siéntate por favor, acomódate, tengo
que darte una trágica noticia. Recuerdas que en el último telegrama nos
informaron que Richard estaba cazando a tu madre, por eso mi madre la estaba
moviendo, cambiándole domicilio cada poco, dijo Leo.
Si lo
recuerdo, ¿que con eso?, ¿mi madre está bien verdad?, pregunta Ángel
Leo – Ángel
te tengo que dar muy malas noticias, Richard encontró a tu madre y la asesinó
en un callejón cerca por donde ella vivía, lo lamento amigo, lamento que me
veas después de tantos días para darte tan cruel noticia, el mensaje nos dicen
que no podemos volver porque si encontró a tu madre seguro sabe dónde y con quien
estás tú.
Mientras Leo
decía estas palabras, Ángel se quedó sin aire, como muriendo, sin decir nada,
lagrimas corrían por sus mejías la mirada perdida como en el vacío, luego grita
¡Maldito! Varias veces, Leo no sabía si se lo decía a él o al despiadado
Richard, pero al final exclamó ¡ Maldito seas Richard de Flades! Leo por favor
quiero ver a mi madre agiliza lo mas que puedas este barco quiero ver a mi
madre por favor.
Leo – Ángel
no podemos hacer eso nos faltan varios días para atracar en casa, además, el
conde de Flades anda tras tuyo ahora, recuerda que todo lo que ha pasado, es lo
que tu padre y tu madre han querido por eso han ofrendado hasta sus vidas para
que tu seas libre y vivas feliz.
Ángel –
Libre soy Leo, ya no soy esclavo de nadie, por favor volvamos
Leo -- no conoces la maldad de Richard a el no le
importa si la esclavitud fue abolida a él le importa cazarte y darte muerte
Ángel – Leo
no lo entiendes, el no quiere darme muerte, el me vio mi persona completa
desnuda en el rio, la última vez que me vio y desde aquella vez que mi vio, él
quiere otra cosa de mi, siempre lo ha querido.
Leo – No
podemos volver Ángel por favor entiende.
Ángel – Por
favor amigo volvamos, si no volvemos yo moriré en este barco, a mi no me
interesa vivir, mi motivo era mi madre, ahora no tengo mas motivos para seguir
viviendo, si Richard me mata ya no importa, no tengo a nadie más en esta vida,
si no volvemos, te juro que me lanzo al mar. Esto lo decía mientras Ángel
lloraba como nunca en su vida había llorado, llora porque la maldad nunca los
había abandonado, llora porque no entendía como un ser puede ser tan
despiadado, entre llanto y sollozos pedía volver a ver a su madre, aun así
fuera en la muerte, pero deseaba verle por ultima vez.
Leo veía
como su amigo se consumía de tanto llanto, se le despedazaba el corazón, verlo
sufrir tanto, sus ojos se aguaron, pero como macho aguantó el llanto para poder
dar fortaleza a su amigo que deseaba hasta morir para unirse con su madre,
Leo – Si te
mueres yo quedo solo en este viaje, ves, por eso nos hemos hecho como hermanos,
no te quites la vida, por favor vive, si, tienes a alguien que te quiere, tu
eres como mi única familia cercana y la familia lo es todo para mi, por favor
no digas que quieres morir, porque si mueres me dejarías a mí, sufriendo por ti,
porque te amo como mi hermano. Leo dice esto mientras le abrazaba con ternura y
cariño y mientras hablan, así de repente, sus miradas se vuelven a fundir y con
un tremendo que Ángel le da a Leo, Ángel logra acallar su incesante llanto en
los labios de Leo. Leo queda, furioso consternado y desorientado cuando Ángel
cometió aquel error, Ángel libera los labios de Leo y le dice, Leo, solo por ti
viviré pero no me desprecies más. Leo responde: Solo no te quites la vida, vive
por ti y para ti y por nadie más, dijo Leo, mientras salía despavorido de aquel
camarote, tratando de borrar aquel beso de sus labios, enojado por aquella
acción de su amigo, pensando que únicamente que se dio, por lo frágil que está
en este momento su amigo, y por aquella cruel noticia, por hoy lo toleraré, se
dijo Leo. Ángel no sebe en realidad que
fue lo que pasó, la noticia de la muerte de su madre no le dejaba pensar con
claridad, sabía que Leo se había permitido ser besado apasionadamente, por
qué, no interesa, Ángel ya resolvía
encontrarse con sus padres en el más allá, y evitar más adelante el desprecio o
la furia de Leo, sabía que Leo en su posición, nunca volvería a corresponderle
que eso solo fue un impulso del momento y sabía muy bien que no le era lisito
seguir pensando en ese beso, por lo que se concentra en el suicidio. Mientras
Leo corre aferrado, hasta su camarote pensando en lo que había hecho, ¿Por qué
lo hice? Se preguntaba, ¿qué es lo que he hecho? Se decía? Confundido y
desorbitado nunca en mi vida me había pasado esto, maldigo el momento en que
conocí a Ángel se decía, sintiéndose culpable, porque sabe que fue él quien
permitió que aquel tremendo y apasionado beso sucediera.
El curso del
Dalia Marinera se cambió, los días pasaron, casi normales, Leo hablaba con
Ángel, pero trataba de evitar, hablar de lo sucedido aquella tarde noche, Ángel
a su vez, estaba planeando su escape y partida en alta mar, Leo a pesar de que
trataba de evitar hablar de ambos temas con Ángel sabia que el comportamiento
de Ángel delataba que algo estaba tramando y que algo va mal, por lo que
decidió perseguir los pasos de Ángel para evitar que cometiera una locura, en
alta mar o en cualquier puerto a visitar.
Richard
realizo un contrato con unos piratas para atacar al Dalia Marinera, zarparon
pues, teniendo contactos en distintos puerto, no amigos, si no simplemente
quien le diera información. Uno de esos informantes notificó a Doña Dalia por
telegrama que Richard de Flades estaba indagando que rutas y cuales serian los
destinos del Dalia Marinera y que según le notificaron se había embarcado con
unos malvados piratas, Dalia notifica a Leo que tengan cuidado, dando la
noticia que al parecer Richard iba a cazarlos, que era mejor volver a casa, por
lo mismo Dalia alertó a sus abogados y amigos para haciendo la denuncia para
que le dieran protección a su hijo y a Ángel porque el despiadado Richard aun
sudaba venganza. Las autoridades solicitaron la ayuda a otras naciones, porque
piratas estaban involucrados en el asunto.
El Dalia
habia zarpado anteriormente del puerto
de Queenstown de la República de Irlanda, y se encontraba en Cape
Liberty, Nueva Jersey, Puerto de Nueva York, desde allí recibió el mensaje
donde, decidió regresar para Puerto del
Golfo Dulce hogar, a casa, en el camino
de retorno, en alta mar una tormenta azotaba el Dalia, esa día en especial vio
Leo a Ángel portarse tan diferente, tan especial, que decidió no dejarle solo
ni un momento, la tormenta arreciaba, las noche llegaba, las horas
transcurrían, Richard poco a poco le daba alcance al Dalia Marinera, Leo
vigilante que Ángel no fuera a cometer el suicidio y Ángel planeando su
despedida, exactamente esa misma noche mientras navegaban en el profundo océano
Atlántico de regreso a casa.
Ya en horas
de la madrugada Leo por el cansancio se queda medio dormido de repente siente
que alguien pasa apresurado a su lado, por lo que se levanta y corres tras de
aquella sombra que pasa a su lado sollozando, se apresuró porque le llevaba
buena distancia, aquella silueta subió todos los escalones a prisa y llegó al
final de la proa del Dalia, subió a la baranda, mientras el viento, la lluvia y
los relámpagos, descubrían a Leo, que Ángel estaba por lanzarse al mar aquella
madrugada tormentosa.
Leo – ¡Ángel
por favor no lo hagas espera, yo voy por ti!
Le gritaba
con toda su fuerza, Ángel apenas y logró escucharle por el ruido de la
tormenta.
Ángel
escucha a la distancia como un murmullo de los gritos de su amigo y vuelve la
mirada a donde Leo está, Leo continua los pocos pasos que le quedan para llegar
cerca de su amigo, Ángel.
Ángel – No
te acerques Leo, como te lo dije aquella noche, hoy me uniré con mis padres,
estoy decidido no intentes detenerme, no hay nada que puedas decir que me haga
cambiar de opinión.
Leo – por
favor Amigo recuerda que me tienes a mí, tu eres como mi hermano, recuerda lo
que te dije aquella noche en que tu me besaste, además tú has notado que ya no
he sido tan distante de ti, eso es para demostrarte que me importas, Ángel yo
te amo, tu eres mi hermano, no lo hagas por favor, no me abandones tan
cobardemente
Ángel – ¿que
tu qué, Leo?
Leo – si
Ángel yo te amo, como un hermano, un
amigo, tu eres la única persona que tengo en la vida, por favor, no te lances
al océano, yo he decidido que puedo afrontar todo contigo, yo te apoyaré
fielmente, siempre estaré a tu lado lo que decidas hacer de tu vida, será tu
decisión, y eso que te afecte solo a ti, pero no te lances al mar, quédate con
migo por favor, decía mientras su voz se quiebra por angustia de ver a su amigo
intentando, quitarse lo mas preciado que existe, la vida, la lluvia no permitía
ver lagrimas, pero su voz denota que
está sufriendo, que está hablando con toda la sinceridad de su corazón.
Ángel -- ¿Por
qué me detienes Leo, yo ya tome una
decisión? Qué sentido tiene que yo siga viviendo, ahora yo ya tomé mi decisión,
yo quiero que me ames, si, pero me ames, como un hombre ama a una mujer, sé que hay reglas y prejuicios
que nos lo pueden impedir pero yo te amo Leo y no puedo vivir si tu no me amas
como yo deseo me ames, si me amas te tendré a ti, pero si no me amas como yo lo
deseo, no tengo a nadie.
Leo – Si te
lanzas yo me lanzo contigo, ¿no entiendes que si te amo?, pero como un hermano
ama a su hermano, no puedo amarte como me pides, no son mis gustos, tu eres mi
amigo mi hermano, pero no te quites la vida tan cobardemente, enfrenta tus
problemas con entereza, pero no hagas un acto tan cobarde y vil, huyendo de ti
nunca resolverás nada, así no se resuelven problemas. Por favor dame la mano y
deja de pensar en esta locura, vamos a un lugar seguro.
Ángel – No
pienses que me persuadirás, no me importa ya no quiero vivir, dices que estarás
con migo siempre, pero solo lo haces para que yo lo crea, con el tiempo te
alejarás de mi como ya lo has planeado y luego te olvidas de mí de una vez y
para siempre.
Leo – Te lo
juro mi amigo, yo estaré en las buenas o malas contigo, no te juzgaré en tu
decisión, será respetada completamente, solo déjame abrazarte. Le decía Leo
mientras le intenta tomar por el brazo a Ángel.
Ángel – ¿En
verdad harías eso por mi Leo, en verdad, te enfrentarías a todos y a todo por
mi?
Leo – Te lo
prometo amigo mío.
Ángel – No
sabes cuánto he deseado escuchar eso, yo sé que si me permites explicar y
contarte mi vida, intentaré ó te haré cambiar de la opinión que tienes respecto
a mi procedencia
Eso se
decían mientras Ángel se voltea hacia Leo, y Leo con toda su fuerza le abraza y
levanta tirándole hacia un lugar seguro dentro del barco en cubierta,
aprisionándole con sus fuertes brazos, evitando así una caída mortal en el mar,
luchando ambos ahora están seguros en el piso del barco, forcejeando, Ángel
para correr y lanzarse al mar abierto y Leo lo sujeta para evitar aquella
locura, entre gritos y suplicas, luchan por unos minutos, luego quedan unos
instantes en silencio, Leo dice, ¿Ángel ya estás calmado? y sin mediar palabras
Ángel propina tremendo bofetón a Leo, recurso usado como su último intento en
escapar de la fuerza de Leo, Ángel corre nuevamente para la orilla del barco,
pero Leo lo toma de la camisa y por la fuerza de Leo aquella camisa se rompe y
De un solo tirón Leo arranca la camisa a Ángel y de inmediato, Ángel cruza los
brazos sobre su pecho, Ángel cae al piso por la fuerza con la que leo le rompe
la camisa e intenta continuar con el escape, entonces Leo lo toma por los
pantalones aquello pantalones desgastados también se rasgan por lo que Ángel decide terminarlos de quitar, entonces
Ángel queda semidesnudo, una extraña faja en su pecho y unos gruesos
calzoncillos solamente le quedaban puestos, jadeantes y sin fuerzas Ángel Dice:
¿si yo no fuera hijo de de esclavos, me amarías como te lo pido Leo?, Leo
responde, no es eso, es que tu y yo somos amigos, somos hombres y a mí me
gustan y me enloquecen y fascinan las
mujeres, tú te ves femenino pero no eres una mujer, no puedo amarte como una
mujer entiéndeme por favor, yo no soy como tu. Ángel dice, pero yo soy una
mujer,
Leo—Que te
sientas como mujer no quiere decir que lo seas.
Ángel -- ¡Leo
lo juro Yo soy completamente una mujer déjame demostrártelo!
Leo -- ¿Cómo
harás eso Ángel, lo que naciste siendo, no lo puedes cambiar a capricho?
Ángel – Por
favor Leo sólo suéltame y te lo demuestro
Leo -- te suelto solo si me prometes que no seguirás
con la locura de saltar del barco´
Ángel
-- Lo juro solo déjame mostrarte.
Ángel
utilizaba aquella extraña faja elástica en su pecho, la cual decía que usaba
para soporte de la columna vertebral, con paciencia quitó aquel extraño
ornamento, la sorpresa que se lleva Leo con la tempestad de la noche , dos
discretas pero hermosas tetas cuelgan del pecho de su amigo, quedó anonadado,
con los ojos como platos de la impresión, inmediatamente Ángel decide quitar
aquello gruesos calzoncillos que llevaba, la tempestad de la noche le revela
otra increíble y maravillosa sorpresa, Ángel en medio de sus piernas no lleva
lo que, los hombres llevan colgando, ¿qué es esto, no tienes un pene y tienes
pechos de mujer? pregunta Leo muy impresionado.
Ángel – Leo ¿qué
es lo que ves? ¿Acaso ves un cuerpo de hombre? No verdad ¡Yo soy una mujer, yo
no nací con pene, si no con que con una vulva, siempre he sido una mujer!, esto
te he tratado de decir siempre, ¿ahora si puedes amarme Lro? Sólo si tu me amas
yo podré vivir, porque tendré un motivo de vida Leo, porque yo siempre te he
amado, desde que subí a este barco me he enamorado profundamente de ti.
Leo – Ahora
veo, pero eso eras tan femenino, ahora entiendo, el por qué me sentía
ligeramente atraído hacia a ti, aunque me molestaba con migo mismo por esa
atracción, pero, ¡si, si eres una mujer en verdad!, creo que si me estoy
enamorando de ti Ángel.
Ángel –
Ámame Leo, no me desprecies mas, hazme tuya, hoy mismo me entrego a ti, bajo
esta imponente la lluvia, quiero que me hagas tu mujer, le decía con lagrimas
de suplica en sus ojos, mientras desvestía a su capitán, Leo estaba anonadado,
petrificado ni siquiera se daba cuenta que Ángel ya le desviste, entonces sin
darse cuenta, se funden en el más apasionado beso, el amor es correspondido
entre aquellas dos personas jóvenes y encendidos en pasión, de vez en cuando se
veían a los ojos y luego seguían en aquel beso y rodando por el piso de barco
totalmente desnudos, no les importa la tormenta, los relámpagos y la lluvia,
aquellos amantes se están entregando, Leo no espera mas y se arranca el resto
de ropa que le queda encima, su lívido esta a mil, los relámpagos con su luz, revelan
cuerpos completamente desnudos, por un momento se separan, Ángel se pone de pie
y ve un cuerpo joven y escultural bien marcado, un adonis, los relámpagos
revelan el cuerpo de Leo tirado en el piso, Ángel se queda hipnotizada, es la
primer vez que ve a alguien de esa manera, desnudo completamente, se muestra un
poco tímida porque es la primer vez que esta con un hombre completamente
desnuda, Leo le hala hacia sí y le sigue propinando tremendos besos apasionados,
la lluvia no apagaba aquel fuego que se encendió y que cada vez se hacía mas y
mas fuerte.
Leo, como lo
había hecho ya antes, con otras mujeres, daba tiempo a que aquella criatura
perdiera el temor con sus besos y caricias, aun quedaba un poco consternado,
pero el fuego de la pasión se le había encendido al ver aquel escultural cuerpo
femenino que la tempestad le está revelando. Soy completamente una mujer le dice Ángel, siempre
lo he sido, es algo largo de explicar, pero ahora no quiero explicar, solo
quiero amarte.
A Leo le
brilla el rostro con mucha más alegría, muy en sus adentro creía que se sentía
ligeramente atraído por su mejor amigo, y eso le molestaba, lo enfadaba, pero
ahora lo entendía, su corazón no lo había traicionado, su gusto y deseo no
había cambiado, de una mujer se estaba enamorando, con una sonrisa amplia, vio
aquel cuerpo femenino totalmente desnudo, bien elaborado por el trabajo pesado
que hacía en el barco, toma a Ángel de Luz y la pegó a su cuerpo y siguió amándole
con más pasión, aquella madrugada bajo la lluvia aquellos dos enamorados se
amaron una y otra vez se entregaron a la pasión sin medida sin restricción, la
tormenta se disipó y aquellos jóvenes quedaron exhaustos, tan exhaustos que ni
notaron que la luz del día estaba llegando, quedan en el piso tumbados,
profundamente dormidos, totalmente desnudos. Los marineros al siguiente día los
encontraron aun roncando, vieron que Ángel guardaba un gran secreto, era mujer,
en verdad, su cuerpo tumbado y desnudo le había delatado, muy respetuosos
buscaron cómo cubrir la desnudez de su capitán y del Ángel que estaba tirado a
su lado, con cortesía los despertaron, aquellos amantes un poco asustados,
salieron de aquel lugar un poco avergonzados, al camarote del capitán, allí
nuevamente al amor se entregaron. Las horas pasaron y ya repuestos y bien
acomodados, a las respuestas le dan espacio.
Leo -- ¿Por
qué nunca me dijiste tu secreto?, lo tenias bien guardado.
Ángel – Pues
ahora si puedo explicarte, si ahora me lo permites, claro, ¿te acuerdas cuando
de quería decir algo importante, y tu no me dejabas?, si dijo Leo con la
cabeza. Esto era lo que quería contarte, que lo supieras para que no te
sintieras raro, yo no era un hombre yo soy mujer, nací mujer y te amo.
Ángel
comienza a contar a Leo el por qué siempre sus padres le habían presentado como
hombre: No querían que como esclava y con su belleza, sufriera en manos de sus
amos, iba a ser un tormento su vida, iba a ser vejada y violentada, abusada tal
vez aún más que cualquier otra esclava, por eso siempre tuvo que aparentar ser
hombre y como don Richard la vio desnuda aquella ocasión, en aquel rio, y que por
esos motivos la subieron al Barco con Leo después de aquella cruel guerra y
nuca tuve la oportunidad de decirte mi gran secreto, no me lo permitiste.
Leo – Yo
estaba asustado, porque veía tu coquetería
para con migo y pesaba que me estaba atrayendo un compañero, y me enfadaba, con migo y
contigo por eso, pero que me alegra y me siento muy dichoso que seas una mujer,
y que me hayas regalado tu castidad, ahora sé que no he cambiado mis gustos,
por las féminas, ahora no tengo que temer a nada o a nadie, ni que enfrentarme
a nada, no estamos quebrantando ningún sacramento.
Ángel – ¡pero
yo no soy de tu clase social, soy hija de
ex esclavos!
Leo -- eso no es importante para mí, yo temía
enfrentar perderte como amigo, si yo no te aceptaba con tu inclinación de
gustos diferentes, según mis ideas, me sentía entre la espada y la pared,
porque soy sincero, me sentía de cierta forma atraído a ti, pero si hubieras
sido hombre, jamás hubiera pasado lo que ha sucedido ahora, te vuelvo a
repetir, solo me fascinan las mujeres, mi amigo Ángel, pero no quería que te
suicidaras, no quiero que te quites la vida, vive Ángel y disfruta del regalo
más preciado que se nos es dado, pero ¡ahora ya los sé, no eres mi amigo, eres
mi amiga y mi mujer, Ángel!, ahora lo
comprendo, las féminas son mi debilidad, por esa razón sentía aquella
desconcertante y terrible atracción hacia a ti, creí o pensé alguna vez que yo
estaba cambiado mi gusto, jajajajajajaja, pero ya veo que jamás sucederá eso.
Ángel – ¡Creía
que nuestra diferencia social era el mayor impedimento entre nosotros, creí que
a eso te referirías siempre!
Leo – Jamás
veré diferencias sociales o económicas entre tú y yo, siempre evité que me
hablaras de tu vida porque pensaba que eras homosexual y me incomodaba hablar
de eso contigo, si, te amé como un mi amigo o mejor aún como un hermano, pero
ahora te amaré aun mas como mi mujer, estoy extasiado, muy dichosos me siento,
mi amor, que seas de verdad una mujer, mi mujer ahora, mi ojos y mi corazón
todo son para ti, todo mi se es para ti, me estoy enamorando, pero ¿qué tal si
ahora te llamamos Ángela, como debería ser?
Ángel
-- No, mi nombre el Ángel de Luz Herrero
Ferrara y así será hasta que muera, nací mujer y seguiré siéndolo hasta que
muera, sin importar mi nombre.
Leo – claro
amor no importa y ¿Mariangel?, porque el
mar ha sido el que me ha revelado y regalado Tu verdadera identidad, bueno no
importa, eres mía y solo mía
Aquella
pareja de enamorados jóvenes platican ahora tan felices planeando su futuro
como esposos, que harían para rescatar a Doña dalia de la cárcel en donde
estaba y las horas pasaron, entre platica y entrega de enamorados, bullicio y
expoliciones que estremecieron el Dalia Marinera, gritos de la tripulación se
escucha a lo lejos, de repente llegan a interrumpir a los amantes y Gritan
capitán un barco pirata no está atacando, no están bombardeando, Leo se levanta
apresurado, diciéndole a Ángel, amor no te muevas quédate y pase lo que pase mantenerte
alejada de Richard, seguro que él es quien nos ha dado alcance, recuerda tu
vida está en peligro. Ángel le responde, no amor donde tú estés yo estaré
contigo, Leo le dice: no por favor esta vez quiero que si me escuches y hagas
lo que te he dicho, quédate y mantenerte segura y no temas, yo volveré para que
sigamos amándonos.
Leo llega y
ve como está la situación, esta crítica, los piratas están bombardeando
fuertemente el Dalia Marinera, del Dalia también están contraatacando, bombas y
flechas incendiarias son disparadas desde el barco pirata, mientras intentan
acoplarse por estribor al Dalia, desde el dalia se defendían, pero el Dalia
estaba siendo destruido, Capitán el agua está entrando, nos hundimos gritaban
los marineros, luchemos defendamos nuestro barco hasta las últimas ya viene el
apoyo de las autoridades, mientras el Dalia se
hundía en el océano atlántico, el barco pirata logro acoplarse al Dalia,
los piratas abordan el Dalia, la lucha ahora es cuerpo a cuerpo, Leo logra ver
a la distancia a Richard de Flades, por lo que manda a uno de su Teniente que
vallan y saquen a ángel y protéjala y tráigala con migo, el Dalia se hunde, le
Dijo Leo a su teniente, Richard ya está a bordo del Dalia, en el barco pirata,
gritan Capitán a su capitán, agua entra al barco, Separémonos y alejémonos
grita el Capitán del Barco Pirata, Don Richard, debemos abandonar el Dalia,
porque se hunde y nos hundiremos con ellos, le dice a Richard. Richard
responde, ya estamos ganando avancemos, que no nos atormente el mar, no don
Richard es momento de la retirada, volveos al barco grito el capitán pirata y
su tripulación obedeció el mandato, excepto Richard y su comando que llevaba
con él ustedes síganme les grito Richard, aquellos pocos hombre siguieron a su
jefe Richard, cuando Richard devuelve la mirada donde Leo se encuentra Ángel
está a su lado y corre hacia ellos, sus hombres están siendo diezmados, Leo se
da cuenta que Richard va directo a ellos, por lo que ordena a su Teniente,
llévese a Ángel y manténgale a salvo, mi capitán!, es una orden teniente, si mi
capitán, vamos Ángel, decía el teniente mientras se lleva casi a la fuerza
a Ángel, el teniente con ángel y
llegaron al área específica donde deberían estar, para salvar la vida al
hundirse el barco, el teniente coloca salvavidas a ángel y el también se coloca
uno, teniente por favor de uno extra para cuando venga Leo, dice Ángel, claro
le dice el teniente, sujétese Ángel que nos hundimos, le dice el teniente.
Richard
-- Al fin te he encontrado condenado
muchacho, tú tienes algo que me pertenece y vengo a quitártelo.
Leo -- No Don
Richard, no en este barco, no hay nada abordo que le pertenezca.
Richard
-- Claro que si, posees a mi esclava,
Ángel, y me pertenece.
Leo – La
esclavitud ya fue abolida! Usted ya no posee ni un solo esclavo, mucho menos a Ángel
Richard
-- me importa un comino la abolición, yo
vine por algo, y yo nunca regresaré con las manos vacías.
La
batalla continua recia, de vida o de
muerte en aquel agonizante barco, Leo y Richard luchan con espadas entre si,
luego pierden sus espadas y continúan la batalla cuerpo a cuerpo, mientras el
Dalia se hunde, un movimiento de éste agónico barco, causa que sobre Leo caiga
un trozo de madera muy pesado dejándole indefenso ante Richard de Flades, éste
no pierde la oportunidad y corre por una espada y la hunde en el pecho de Leo,
Ángel y el teniente miran atónitos aquella cruel escena, Ángel grita, Leo, no
podía creer que su Leo también está siendo asesinado por el cruel y despiadado
Richard, el Dalia Marinera sigue hundiéndose por la popa, Leo clava su mirada en
Ángel mientras su espíritu poco a poco abandona su cuerpo, y con sus últimas
fuerzas grita, Mi Ángel de Luz, mi amor, vive por ti y vive por mí, entonces
expira, Richard corre a afianzarse a un barandal para no caer al mar mientras
el barco se está terminando de hundirse, Ángel Forcejean Shayne Josh Salmoni el
teniente del Dalia Marinera y logra soltarse, se arrastra por todo la cubierta
con ayuda de la inclinación del Dalia que se hunde, logra quedar sobre el
barandal donde Richard se sujeta para no caer al océano, y con toda su fuerza
pisotea las manos de Richard haciendo así que Richard se suelte del aquel
barandal cayendo sin remedio en el gran océano, Ángel solo ve como Richard se
precipita al Océano de repente el barco colapsa y se hunde el final del gigante
velero ha llegado, el teniente Salmoni se lanza para proteger a Ángel, cumpliendo
el mandato que le dio Leo su capitán fallecido, entonces el Dalia Marinera
desaparece en la profundidad del océano Atlántico, sus sobrevivientes heridos
luchan por sus vidas en el mar.
Un par
de fragatas militares se llegan a aquella escena de destrucción y muerte,
llegan en el momento justo y necesario, el teniente hace todo lo posible por
mantener a flote a Ángel de Luz mientras el inmenso barco velero llamado Dalia
Marinera desaparece para siempre en la inmensidad del océano atlántico, Ángel
se desmaya y queda como muerta mientras el teniente, lucha para llegar a los
botes salvavidas que los marines han
enviado para rescatar a los sobrevivientes.
Las horas
pasan, los marines, inician el recuento de los sobrevivientes, y de los
cadáveres ya recuperados, también se escucha el comentario, que un barco pirata
se hundía unas millas adelante, pero con la sagacidad de los militares,
marines, son arrestados, toda la
tripulación sobreviviente, entre los sobreviviente del Dalia Marinera, el
teniente Salmoni, Ángel y Richard de Flades. Ángel esta como petrificada por lo
terrible de su vida hasta este instante, piensa, hace unos días atrás, ella deseaba
morir y su Leo rogaba para que viviera, ahora Leo estaba muerto y sepultado en
el océano, Ángel esta como perdida en el limbo, el Teniente se encarga de todos
los trámites para reconocer los cuerpos recuperados y acusa a Richard de Flades
como el perpetrador de aquella barbarie, otros testigos también lo identifican,
los Piratas hacen un arreglo con las autoridades y delatan el plan de Richard
entonces es apresado y puesto con todos los delincuentes arrestados en aquella
ocasión.
Llegando a
casa el teniente le relata a Ángel, la situación del momento, ángel solo
levanta la mirada y dice, ya no tengo por quien vivir, teniente, el teniente
responde, claro que si Ángel, está la madre del Capitán en la cárcel, recuerda
que tu y el capitán se instruyeron para cuando llegásemos a casa, ayudarían a
Doña Dalia a salir de prisión, recuerda las ultimas palabras del Capitán.
Doña Dalia
tras las rejas llora haber perdido a su hijo, doña Dalia también pierde toda
razón de vivir, ya no le interesa estar libre o en prisión, hasta hora sus
planes casi están fracasados, Daniel y Jacinta muertos, y ahora hasta su hijo
fue asesinado por el despiadado Richard, el único consuelo, Ángel sigue viva y
Richard ahora está en manos de las autoridades. El teniente Salmoni hace que ángel recobre ánimos y lo
primero que Ángel hace al llegar es ir a visitar a doña Dalia y relatarle todo,
hasta es que llegaron a amarse aquella noche, Leo y ella, El teniente y Ángel
reactivan el caso de doña Dalia y nuevamente luchan para lograr juntos la
libertad de doña Dalia, todo el tiempo que dura aquellos encuentros en la corte
y en la cárcel, en los tiempos de estudio, el Teniente hizo todo lo posible por
conquistar el corazón enlutado de Ángel, no fue tan fácil, pero el Teniente con
sus halagos, flores, chocolates y mucho más regalitos y con su buen parecer
además de ser una extraordinaria y muy buena persona, logra darle luz a corazón
de Ángel, un mes ha pasado, la alegría llega para los amigos de Dalia y para
Dalia, Dalia queda en libertad, lo logramos se decían con tanta la felicidad,
todo este tiempo Ángel sufría mareos y nauseas, otra mega sorpresa que llega en
buen momento a la vida y motivos de vida a Dalia y Ángel. Ángel está
embarazada, quedó embarazada en aquel encuentro pasional con Leo, solo un intento
bastó para dar vida al amor de Leo y Ángel, la luz de la vida y esperanza les
es devuelta La vida cobra un nuevo sentido nuevo reto para luchar, una nueva
vida en gestación.
El tiempo
transcurre cotidianamente. Ángel da a Luz un hermoso varón el cual llama Leo en
honor a su amor Leónidas y padre de Leo, simplemente Leo. Dos años después el
Teniente Salmoni le ofrece matrimonio a Ángel de Luz y pronto se casan en una
fiesta amena, un año después de la boda, Ángel vuelve a concebir, a su tiempo
da a luz una hermosa bebe, la cual lleva por nombre Mariangel de Luz Salmoni Ferrara
y Ángel de Luz junto a su esposo el teniente y doña Dalia y todos sus amigos,
entonces disfrutan de una vida plena y muy feliz y de paz y abundancias y bendiciones,
al fin son muy pero muy dichosos y felices.
Richard de
Flades se pudre en una cárcel, fue juzgado y encontrado culpable de todos los
cargos que se le imputaron y le sentenciaron a cadena perpetua, allí en las mazmorras sufre como nunca sufrió en su
vida, lo abusan de todas las maneras que una persona puede ser abusada. Los
años siguen pasando y son los años mas horrorificos que sufre el Conde de
Flades, su nombre y su posición ya no le sirvieron ni servían de nada, el Conde
envejecía y ni aun la vejez le libra de su tormento en aquellas mazmorras, el
tiempo cobra su cuota y ya entrado en años la muerte pasa la factura y hasta
entonces don Richard el Despiadado conde de Flades muere muy anciano decrepito
y muy maltratado, en una cama de celda, solo y despreciado, saber cómo y con
qué, el mas allá lo está esperando.
EL FIN.
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