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miércoles, 22 de julio de 2020

Perdió su rumbo y su lugar

Vivía caminando cómo vagabundo, cómo un títere errante, manejado por quién no tiene control, 
Un caminante que el camino perdió, y de su destino ya está distante;
Y andaba cómo ave con alas rotas, que ya ni sabía bien, para que eran esas cosas;
En aquellos momentos en los que debía volar, su decisión era caminar, se había acostumbrado ya, sin importar que sólo fango hubiera por todo aquel lugar;
Se le había olvidado, que aquellas alas, eran para que muy alto pudiera volar.

Su corazón se entristeció, su alma se desvaneció, ya sin motivos, ni razones para la mirada hacia arriba poder alzar. 
El tiempo le estaba cegando, las situaciones le construyen una prisión y tal le parece que ya nada tiene solución.

Más el momento exacto llegó, y aparece quien tiene toda solución, y de aquel perdido caminante tuvo compasión y del laberinto en que se inmiscuyó, una salida le mostró;
Le vio caminar, y muy lento avanzar, sus alas le quiso sanar, pero el vagabundo ya no sabía cómo volar;
Le dijo: 
Tu aunque puedas caminar, no se te hizo un errante, caminante, el camino correcto puedes seguir, pero extiende tus alas, que tu fuiste hecho para volar;
Tu no eres cómo ave de corral, y por las alturas cómo águila puedes volar, extiende tus alas, que yo te  sano y te enseño de nuevo a volar.

Su corazón vida cobró, su alma se iluminó, aquel amigo le recordó, qué tan alto podía llegar, que aquellas cosas eran sus alas, para que las alturas pueda alcanzar.
El tiempo no le causó más desilusión y a cada situación aquel amigo le encontró una solución.
Su espíritu a la vida volvió, porque sabe hoy que es cómo un águila que ya vive en libertad,
Sobre las alturas puede volar con toda libertad.

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