Ahora por ti ya conozco cualquier razón de dolor, y soy un tonto, porque a pesar de todo, te amo y no lo puedo negar, pero ya no te puedo querer; aunque te quiero perdonar, porque tu sólo querías jugar; no me des razón para odiarte.
No había comprendido en verdad, lo que el alma siente al ser ignorado, por quien dice me importas de verdad; hasta que llegaste a mi, diciendo siempre estarías conmigo y llegó la razón del peor efecto que posee la amiga soledad.
Pues tampoco había sentido el implacable frío que puede llegar a desatar la soledad; porque antes ella casi era mi sombra en el caminar; hasta que llegaste y dijiste, serías siempre para mi; y fue difícil no poder encontrarte por ningún lugar; razón por la que descubrí, el sabor amargo en tu acción.
Por vez primera probé el sabor amargo del amor, lo llegué a probar de tus labios, tu beso, tu boca pegada a mis labios, diciendo que por mi sentías amor de verdad; y yo iluso, después de darte el todo de mí, y sólo me sentí usado por ti, frustrado; razones para quedar destrozado, motivos para salir escapando.
¡Para todo siempre hay una vez primera!, mas contigo sólo tuve las primeras veces, donde sólo obtuve razones de lo peor y sólo soportar dolor.
Ahora ya no necesito otra razón; no me llames y no me busques más, vete y no mires atrás porque yo si tengo amor, no me des razones para odiarte, por favor.
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