Esos tus gloriosos vestidos blancos, más puros que la nieve, radiantes más que luz del sol, como un fuego blanco que vi de ti manar, y abrazándome, mis pesares y tristezas, me haces olvidar, allí sintiendo tu inmenso amor, quiero mi lugar.
Es tu belleza que me atrapa y mis ojos no pueden dirigirse a otro lugar, hipnotizaste mi mirada porque tu hermosura es sublime e infinita, con nadie, ni nada se puede comparar.
Estar siempre a tu lado, contemplar tu hermosura y sentir todo el amor que me das, cuando me envuelves en tus brazos, es lo que anhelo más, porque nunca he sido más libre y dichoso, que estar siendo amado por tu amor tan glorioso.
Cuando me tocas, siento tus caricias más suaves que el más tranquilo viento, y yo de ti siempre vivo sediento, deseo estar recibiendo de tu amor a cada instante, y no quiero pedirte más, sólo recibirlo así, como tu me lo quieres dar.
De tu amor que nunca se acabará.
Tu luz de amor que me ayuda a atravesar, esta fría, densa y desolada oscuridad, donde la hermosura de tus vestidos como fuego blanco, en la oscuridad de la noche el camino me va iluminando, para que hasta ti pueda llegar.
Yo también quiero demostrarte que te amo, no sólo decir palabras, que el viento se las puede llevar, sé que, con tu glorioso amor me quieres abrazar, y yo de ti siempre quiero ser y poderte contemplar hasta el fin y por la eternidad.
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