Una carta, para una persona hermosa y desconocida, un escrito sobre un momento que ocurrió en un momento, y en un bus, hacia el sur.
¿Se puede alguien enamorar a primera vista.
Es posible ver a alguien y sentir; que no sólo es atractivo físico, sino que el alma se apegó a quien simplemente viste?
Personalmente puedo decir que si, me pasó a mi, pero también puedo decir que tal vez sólo me pasó a mí, porque de a quien vi, jamás lo podré saber.
Entonces hablare, cómo que te hablo a ti, fuiste a quien vi y mi alma se apegó como hiedra a ti.
¿Te acuerdas cuando subí? Abordé el bus y allí ya estabas tu, pude sentarme adelante, pero estabas hasta atrás. Y entonces te vi, tu mirada estaba sobre mi, eres una belleza y busqué acercarme hasta ti.
Tu hermosa mirada no se apartaba de mi, yo fingía que no te buscaba a ti, mas al llegar cerca de ti, había espacio para sentarme junto a ti, pero vi que había alguien más con un bebé al lado de ti. Me entristeció, porque creí era tu pareja y sólo por haber espacio se sentaron así.
Entonces triste y agradablemente, me senté tras de ti, vi que le hacías gestos de cariño a a aquel lindo bebé, los ojos del bebé eran lindos cómo los tuyos y concluí, que si, tenías pareja y un bebé, pensé no tengo oportunidad aquí.
Pero pasaron los minutos y descubrí que aquel bebé tenía otra familia aparte, el chofer puso en marcha al bus y ya de camino, traté de llamar tu atención, lo logré, de vez en cuando volteabas un poco de reojo para ver al que se sentó tras de ti.
Por lo cual decidí, abusivo y arriesgado, intentar acariciar tu espalda, cómo yo pudiera, con la punta de mis dedos y mis uñas, empecé aprovechando el movimiento común de un bus, wow lo logré, yo me excité.
Ya en el camino avanzado, el bus en vía recta, no se mueve más, por lo cual, lo volví a hacer para ver tu reacción, fue hermoso, pegaste tu espalda a mi mano, no se si fue por intención, pero yo acariciaba lo que podía y cómo podía.
Vi que tu rostro y tus oreja se sonrojaron, no se si fue por excitation o porque te enfadó, pero resulta que el bus comenzó a hacer movimientos normales y lentos, pero tu arrastrabas tu espalda sobre mi mano muy suave y discreto, más de lo que el bus causaba moverse.
Tu rostro y tus orejas estaban tan de color rojo, era evidente, la sangre delataba alguna sensación, ¿enojo o gusto?, no se, tal vez las dos.
Sin esperarlo y sin movimiento del bus, diste unos golpes con tu espalda sobre mi mano y luego te tranquilizaste sintiendo mis dedos acariciar tu espalda, también te movías para sentirme mejor, pienso yo.
Pero de pronto te moviste un poco a un lado, de lugar, donde ya no te pude tocar, entendí entonces que te llegó a disgustar, me puse tan triste y recosté mi cabeza frustrado, sobre el respaldo de tu asiento. Cuando de repente siento que te regresaste al mismo lugar en donde te podía acariciar.
Por miedo a tu reacción, dudé en volver a intentar, pero la curiosidad mató al gato, dicen por allí, y pues, lo volví a hacer y entendí que te molestaba pero que a la vez también te gustaba, tu rostro y tus orejas se volvieron a sonrojar, no me detuve más, esperando me dieras otra señal, para poder estar seguro, de que también te habías enamorado de mi, o tal vez quería algo más de mi.
Te acaricié sin parar y mejor que antes, esperando esa señal, tal vez tenías miedo y por eso no me diste nada más, que tu espalda para acariciar, fue excitante no lo puedo negar, verte sonrojar, alejarte con enojo y volver para sentirme, sentir mis dedos que podían tu espalda acariciar.
Tristemente, no hubo otra señal y no íbamos para el mismo lugar, mi camino se acabó y tuve que bajar y de reojo vi que no dejaste de mirarme, aunque tan guapo, yo lo se que no lo soy.
Baje de aquel bus, y allí dentro te vi partir, seguir tu camino y sin saber más de ti, fue en un bus que a primera vista me enamoré, fui yo sólo, quien me enamore y mi amor se fue contigo y no se ni quien eres al fin, pero escribo esto para ti.
Fue en un bus, fue sólo en ese bus en el veintiséis del enero, por la mañana del dos mil veintidós, y en un bus, porque no tengo para más.
(para no olvidarte plasmo con letras nuestro momento, porque me quedó mal mi cerebro)